Llegan las primeras furgonetas de pedidos y los turistas ya están en pie. Los recepcionistas dan los buenos días a los huéspedes y en la cocina empiezan a correr. Son las ocho y media y se abre el comedor. Los camareros se preparan y los más madrugadores comienzan a aparecer. Hace una semana que el hotel Morlans Garden ha abierto sus puertas con un 70% de ocupación y, ¡vuelta a la rutina! Eso sí, con un perfil de cliente muy diferente que en temporada alta. "Son clientes más mayores, normalmente repetidores, que buscan relajarse y hacer senderismo" comienza a narrar director del hotel, Marcelo Campanella.

En el fondo del comedor se encuentran sentados Lutz y Doris Bloecker. El marido se levanta a buscar el desayuno: un café con leche, un poleo menta y unas tostadas. Hace 36 años que este matrimonio alemán viene de vacaciones a Mallorca. Y siempre se hospedan en el mismo hotel: el Morlans Garden. Y en la misma habitación. "Son pequeñas manías mías", comenta sonriendo Doris.

"La primera vez que vinimos a Mallorca conocimos a la familia Mayol, los dueños de este hotel, y se creó una bonita amistad", recuerda Doris. La amistad fue creciendo y cada año se hospedaban más tiempo. "Y aquí estamos, más de tres décadas después en el mismo hotel" continúa la turista, quien confiesa que se ha convertido en su "segundo hogar". Así lo corrobora su esposo. Y el propio director del hotel.

Y es que la familia Bloecker pasa largas temporadas en la isla. El primer viaje lo hacen en el mes de febrero y se alojan en el hotel hasta finales de abril. Y, una vez que pasa "el agotador calor", vuelven en octubre hasta noviembre.

"Mallorca me eclipsó por su clima y vegetación" señala la mujer, quien apunta que desde entonces no ha dejado de venir. "Además me encanta el senderismo y la isla es un lugar ideal para practicarlo", declara. Entre sus rutas favoritas destaca la que pasa por Capdellà, Son Term y Andratx.

Treinta y seis años han dado para mucho. El matrimonio recuerda que cuando llegó al Morlans Garden en 1982 era un pequeño hotel con apenas 50 habitaciones y ahora tiene casi 200. "Pero la esencia es la misma", declaran. La familia Bloecker destaca la cercanía y familiaridad del personal. "Nos hacen sentir como en casa" comenta Doris. Más allá de la evolución del hotel, estos turistas critican la falta de actividades organizadas por parte del estado. "Al principio era el gobierno quien organizaba rutas y actividades para nosotros y ahora lo debe hacer el sector privado", lamenta Doris.

20 años en el mismo hotel

El servicio de desayuno continúa. Son las nueve y media de la mañana y Anna y Viktor Rohde se sientan a la mesa. Loli, una veterana camarera del alojamiento, les da los buenos días y les señala su mesa. Ellos cariñosamente le responden. Son un matrimonio alemán que vive en Italia desde hace 28 años. A la pregunta, ¿cuánto tiempo hace que vienen a Mallorca de vacaciones?, Anna responde que desde 1967. La propia pareja muestra su sorpresa por la contestación. "Hace 51 años que venimos y parece que fue ayer", apunta Anna. Medio siglo en el que se han hospedado en diferentes hoteles hasta que hace veinte años descubrieron el Morlans Garden. "Nos gustó el trato y por eso repetimos", continúa. "No sabía que llevábais tanto", comenta entre risas el director del hotel.

Como el matrimonio Bloecker, la familia Rohde viaja a Mallorca tres veces al año. "Venimos una primera vez por estas fechas, después en verano vengo con mi hija, y hacemos un tercer viaje a final de temporada", explica Anna. La turista declara que lo que más le gusta de Mallorca es la atmósfera, la naturaleza y el entorno. También son amantes del senderismo y la belleza y el clima de la isla les atrapó. "Hoy, por el mal tiempo, aprovecharemos para ir de compras por Palma" comenta Anna. "No nos quedamos en el centro de Peguera porque no nos gusta, es demasiado turístico", declara Viktor.

Para mañana, el plan es escoger una nueva ruta para hacer a pie.

Se definen como unos enamorados de Mallorca, aunque muestran su preocupación por las últimas noticias publicadas en la televisión italiana. "Hemos visto informaciones sobre las múltiples estafas en el alquiler de pisos y sobre la turismofobia" señala Anna, quien explica que le ha parecido bien la actuación del Govern.

Michael y Ulrike Andelhm son de los últimos en entrar en el comedor. Aún quedan una treintena de personas en la sala. Esta familia hace seis años que se alojan en este hotel y 30 años que viajan a Mallorca. "La hospitalidad de la gente fue lo que me engancho", destaca Michael. La mujer comienza a contar que en una ocasión se perdieron por la montaña y una familia mallorquina les ofreció compartir su fruta. "Hacía mucho calor y no les importó compartir su fruta con nosotros, que eramos unos extraños" declara.

El plan para hoy es hacer quince kilómetros de senderismo en Cala Fornells. "Nos dejamos el carné de conducir en casa a propósito para coger solo buses", señala Michael. En este sentido, el matrimonio destaca la mejora del transporte público durante los últimos años en la isla. "Ahora hay más conexiones", apuntan.

Los tres matrimonios coinciden en que están de acuerdo, y acostumbrados a pagar la tasa turística. "En algunos lugares de Alemania se hace y nos parece bien" comenta Doris. Solo critican una cuestión: la falta de información por parte del Govern de en qué se gasta el dinero recaudado.

La otra parte, los trabajadores

Acaba el servicio y Loli se toma un respiro. Lleva 24 años trabajando en el hotel como camarera. "Llevo media vida trabajando aquí", comenta. La trabajadora señala que en temporada baja es diferente pero no más relajado. "Los clientes que tenemos ahora son más exquisitos y entran todos de golpe" explica la joven, quien declara que beben más botellas de vino y menos refrescos.

Por su parte, la recepcionista Catalina Pallicer destaca que ahora tienen más trabajo que en verano porque "los turistas, al estar aburridos, vienen más a la recepción". Piden información sobre las excursiones y lugares que pueden visitar. "Es otro tipo de turistas", sentencia la trabajadora. Mientras hablamos, su compañera tiene una cola de tres parejas.

Hasta hace cuatro años, este hotel abría once meses. Ahora solo nueve. Uno de los propietarios, Pedro Mayol, explica que este cambio se debe a que "no era rentable" mantenerlo abierto y tacha al Govern de "criminalizarlos". Mayol denuncia que la administración no ofrece ayudas a los hoteleros para mantener el alojamiento abierto todo el año.

En cuanto a la tasa turística, el propietario achaca al Govern que los "utilizan como recaudadores" y coinciden con los turistas en que existe una falta de información sobre en qué se gastan el dinero recaudado.