Que haya sido necesaria la protesta airada de los padres para que se diera una solución provisional de urgencia a la falta de calefacción y a las goteras del colegio Jaume Fornaris de Son Servera, significa y delata muchas cosas. No estamos ante un hecho aislado. Casos como este se repiten de forma constante en Mallorca.
Los ayuntamientos y la conselleria de Educación tienen muchas cosas qué hacer, muchas infraestructuras por mejorar y escaso presupuesto para acometer tal misión. Aún con ello, la constatación de que se posterga, una y otra vez, el medio esencial de la escuela es la exposición pública del suspenso en dotación básica. Con frío hasta la médula no se puede impartir clase ni adquirir conocimientos. La enseñanza no cunde ni se asimila en estas condiciones y cuando falla la escuela acaban resintiéndose los cimientos de toda la sociedad. Es un problema de base.
Los escolares no votan, los padres si lo hacen. Es probable que esta haya sido la espoleta definitiva que ha hecho reaccionar al ayuntamiento de Son Servera. Si así ha sido, estamos ante una expresión más del desencaje de comportamientos y de prioridades. El frío no ha llegado solo a las aulas, se ha incrustado en la gestión de los medios docentes.
