El pueblo de Mancor de la Vall celebró ayer su particular fiesta de Sant Antoni con una de las tradiciones más peculiares de la isla: la bajada del cuervo Jeroni desde lo alto del campanario de la iglesia hasta la plaza del Ayuntamiento. El ave cumplió con el ritual de manera rápida y efectiva, gracias a las indicaciones de sus adiestradores. En varios segundos ya estaba en la plaza, donde le esperaban Sant Antoni y Sant Pau, los otros protagonistas del ritual, en el interior de una pequeña cueva de techo vegetal.

Estrenada en el año 1945 con un animal disecado, la tradición cogió fuerza a partir de los años 80 con el cuervo Rasputín, que fue el protagonista de la fiesta durante unos veinte años, hasta que tuvo que ser jubilado por su avanzada edad y porque las asociaciones animalistas denunciaron el presunto maltrato al que se sometía al animal, que era bajado desde el campanario hasta la plaza atado a una cuerda.

Desde hace tres años, el cuervo Jeroni ha heredado la función de Rasputín, aunque en esta nueva etapa el ave desciende en vuelo libre, sin necesidad de otros artificios.

Sant Antoni y Sant Pau

La tradición del 'corb' de Mancor recrea una vieja fábula que cuenta como Sant Antoni y Sant Pau estuvieron a punto de morir en el desierto por inanición, hasta que fueron ayudados por un cuervo que les proporcionó comida.

Desde hace 73 años Mancor sigue esta curiosa tradición con motivo de la festividad de Sant Antoni. Un acontecimiento que llama la atención de numerosas personas tanto de Mancor como de otros pueblos, que ayer no quisieron perderse el vuelo del cuervo. Decenas de personas esperaban en la plaza el momento en el que el ave culmina su descenso, celebrado con aplausos.

Una vez cumplido el ritual del cuervo, los 'mancorins' y 'mancorines' participaron en las tradicionales 'Beneïdes' de Sant Antoni, con el correspondiente desfile de carrozas. En la noche del sábado, la localidad celebró una animada 'revetlla' precedida de una torrada popular.