El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, presidió ayer en Sóller la misa dominical durante la cual bendijo los vitrales y el rosetón de la parroquia de Sant Bartomeu, lo que supuso el punto y final a su completa restauración.

En una misa concelebrada, el obispo halagó el trabajo realizado durante meses para recuperar unas piezas que datan de principios del siglo XX que habían sufrido un importante deterioro. En la recta final de la misa, el obispo invitó a los feligreses para que se giraran en dirección a los vitrales y, desde el centro de la parroquia, el obispo, equipado con el acetre y el isopo, lanzó agua bendita con la que los vitrales quedaban oficialmente consagrados.

Los vitrales laterales y el rosetón central de la fachada habían sufrido un importante deterioro debido al paso de los años. Tanto es así que algunas piezas de vidrio se habían desprendido de su lugar y algunos conjuntos se habían abombado hacia el interior. Además del mal estado de conservación de las vidrieras, tanto el rosetón como la estructura de marés de los vitrales también habían sufrido desperfectos, hasta el punto que habían aparecido numerosas grietas en su estructura.

Los trabajos de restauración se han prolongado durante seis meses y han supuesto una inversión de 120.000 euros que ha sufragado el Obispado de Mallorca. La renovación ha ido a cargo del arquitecto Joan Soler, la restauradora María Carbonell, el aparejador diocesano, Bartomeu Bennàssar y los maestros cristaleros José Luís Moreno y Andrea Castillo. Los trabajos de restauración de la piedra han ido a cargo de Sebastià Amengual. La restauración ha seguido un escrupuloso proceso, en tanto que forman parte de una fachada que, desde el año 2003, está protegida como Bien de Interés Cultural con categoría de monumento.

A la misa de bendición acudieron numerosos feligreses, así como los alcaldes de Sóller y Fornalutx, Jaume Servera y Antoni Aguiló respectivamente, así como el president del Consell de Mallorca, Miquel Enseñat.

De 1909

El rosetón de Sant Bartomeu tiene 7’4 metros de diámetro y terminó de construirse en 1909. Costó 5.000 pesetas. Representa la imagen de María Reina de los Mártires, mientras que los rosetones representan parte del Evangelio y las iglesias de occidente y oriente respectivamente.

Su diseño se atribuye al arquitecto Antonio Rubió, discípulo del también arquitecto Antonio Gaudí, de la que es obra el conjunto modernista de la fachada parroquial de Sant Bartomeu de Sóller.

El proceso de restauración se ha seguido con la finalidad de que no sea perceptible a la vista.