Desde hace tiempo, Felanitx se ha dejado invadir, de forma inconsciente sin duda, por una cierta desazón. Es el efecto de comprobar la pérdida de músculo económico y la carencia de alternativas para volver a abrir, o sustituir, comercios y talleres. Los propios felanitxers, Ayuntamiento incluido, admiten esta realidad. Es el paso previo imprescindible para poder contrarrestarla.
Se perciben ya los primeros símbolos de la involución positiva. En los últimos meses algunas iniciativas empresariales han comenzado a adquirir forma, el consistorio tiene previsto, para este año, un plan de dinamización de las calles del centro y ofrece ayudas para la rehabilitación de los impactantes casales que lo pueblan. Ahora también nos enteramos de que está en marcha la conversión de por lo menos tres edificios singulares en hoteles de lujo. Es la última moda, la inversión que se repite en casi todos los pueblos de Mallorca y a la que también se suma Felanitx. Veremos cómo acaba administrándose todo ello en su conjunto, pero ahora lo importante es que Felanitx, al fin, parece acompasar su nuevo pálpito a ritmo de modernidad y de necesidad de supervivencia económica y de una identidad y un dinamismo cívico y cultural que siempre le ha sido propio. Tres hoteles de lujo se convierten en símbolo y expresión de todo ello en una ciudad que, ahora mismo, no puede ofrecer hospedaje. Dicen que será por poco tiempo. Todo se arreglará en los próximos tres años.
