La ponencia técnica de la comisión de Patrimonio del Consell de Mallorca ha dado luz verde a la preservación de la Fàbrica Nova de Sóller como Bien de Interés Cultural (BIC). La decisión fue tomada en su última reunión de la semana pasada.

Anteriormente una comisión técnica visitó el edificio para comprobar su estado y el material que se conserva en su interior. Y es que además de proteger el edificio, el Consell preservará la maquinaria que alberga la antigua fábrica textil de acuerdo con la propuesta técnica que ha sido aprobada.

La decisión del Consell de declararlo BIC no ha sentado muy bien a los propietarios del edificio, que desde hace años están luchando para que el Ayuntamiento culmine una modificación del planeamiento urbanístico para que desencalle la situación actual del recinto de la Fàbrica Nova. El Plan General de Ordenación Urbana la califica como equipamiento y la rodea con una franja calificada como zona verde. Esta calificación imposibilita cualquier reforma que se proyecte al edificio que no tenga finalidades públicas, explicaron.

Es por ello, que los dueños de la fábrica iniciaron un proceso ante el Jurado Provincial de Expropiación para que el Ayuntamiento ejecute la expropiación forzosa del antiguo conjunto industrial, de acuerdo con lo que establece la normativa del suelo. Los propietarios estiman que la expropiación podría ascender cerca del millón de euros, teniendo en cuenta la valoración económica que se realizó en 2014.

Intentos de preservarla

La situación física de la Fàbrica Nova ha empeorado notablemente en los últimos años, hasta el punto que algunas de sus partes ya están en ruina, pese a los llamados que ha realizado en diversas ocasiones la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics (ARCA), que reclama su conservación y la posible creación en su interior de un museo textil. A ello se le añade que el Consell ha manifestado su intención de adquirir el edificio, que todavía no se ha traducido en hechos concretos.

La Fàbrica Nova cerró sus puertas en 1971 y sus propietarios cedieron el 50% de su titularidad al Ayuntamiento a cambio de crear un museo textil. La falta de iniciativa municipal hizo que años después Sóller tuviera que devolver el edificio.