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Lletra menuda

El misterio de la ciudad y el trabajo ausente

Hace años que las sirenas de las fábricas de perlas han dejado de ser el reloj público de Manacor. El sonido de los sinfines de las carpinterías que invadía las calles, ya es una excepción en la ciudad. La perla y la madera están en escandaloso retroceso. No se perciben alternativas ni regeneración laboral. Sin embargo, el municipio mantiene una gran capacidad de atracción para la inmigración. A no ser que haya muchos elementos de la economía real de Manacor que permanezcan ocultos, sin salir a flote, el fenómeno no se explica. Algún día habrá que estudiarlo en profudidad.

Manacor sobrevive en una posición de ciudad tranquila y confiada. Deja pasar los días sin mayor preocupación sin mostrarse consciente de que algo va envejeciendo su esencia. Un municipio no puede jubilarse. Manacor parece estar en este trance.

La conselleria de Industria se propone aumentar su programa de ayudas para la modernización del sector de la madera. Lo hace alarmada porque el 65% de las 200 carpinterías de la ciudad ha cerrado en una década. Pese a la demanda, tampoco hay planes específicos de formación profesional de nuevos carpinteros. La alarma real está en una reacción tardía, cuando el trabajo se ha ido.

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