Uno de los mensajes que imprime Tirme para difundir su trabajo asegura que "una buena organización reduce costes y optimiza recursos". Indiscutible. Sin embargo, los problemas vienen cuando tienes que hacer compatible la intención con la realidad y la posibilidad.
Vas a la estación de transferencia de Campos y puedes echar directamente el mensaje de Tirme a la basura. Por lo menos en este punto, resulta imposible reciclarlo. Los camiones llenos hacen cola para depositar los restos cargados, con ello se retrasa la recogida de la zona y algunas veces, sobre todo en verano, no queda más remedio que dar media vuelta y emprender el camino directo de Son Reus. Nada de transferencia, solo colapso. El alcalde de ses Salines, uno de los municipios afectados, ya ha solicitado que se amplíe la desbordada estación de enlaces de basuras del Migjorn.
A partir de ahí podemos repetir otra vez el estribillo de la cansina canción de la Mallorca despreocupada, esa en la que todo suena a falta de previsión, saturación y puertas abiertas a la alegría momentánea que deja muchas resacas y acumulación de desperdicios, incluidos los de las estaciones de basuras pensadas como alivio y convertidas en problema.
