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Entrevista

Miquel Llull: "No imaginaba que se congregase tanta cantidad de público"

Este joven de Vilafranca aprendió el oficio por afición y ha tenido que adoptarlo saliendo a vender a las ferias debido a la crisis

Miquel Llull, cordador.

Miquel Llull estuvo ayer instalado en la calle Pau de Inca, una de las que registran un gran número de visitantes y que aglutina a artesanos de muy diferentes ramos. Nos atiende mientras cuerda una de sus sillas, aunque debemos interrumpir la charla varias veces debido a preguntas de los clientes.

¿Cómo se llama su oficio: cordelero o cordador?

Es una confusión frecuente, pero soy cordador, cordador de sillas. Un cordelero hace cuerdas yo las uso para hacer los asientos de las sillas pero no las fabrico. Ahora mismo estoy en proceso de obtener la carta oficial de artesano.

¿Cómo le vino esta vocación?

Mi abuela era cordadora pero no pudo enseñarme el oficio porque murió siendo yo niño. Lo que ocurre es que a mí me quedó dentro lo de verla trabajar. Con el paso de los años he ido preguntando a gente mayor, del oficio, y aprendiendo de ellos.

¿Y cómo pasó de aficionado a profesional.

Por la crisis. Yo era carpintero y con la crisis de hace unos años me di cuenta que trabajaba para no cobrar, y eso no es negocio. Decidí ponerme a cordar y salir a las ferias para ganarme las sopas. Eso fue en 2012; es decir, hace cinco años.

¿Entonces usted fabrica la silla de principio a fin?

Tengo un pequeño taller que me permite hacer los armazones de pequeños taburetes clásicos que luego yo cuerdo. Otras cosas mayores las encargo a un carpintero, pues para eso ya se precisa una maquinaria que no tengo ahora mismo.

¿Cuántas formas de cordar una silla existen?

Tantas como imaginación y habilidad. No obstante, hay varios diseños tradicionales que se repiten. Por ejemplo, el taburete tradicional de payés se cuerda con cuerdas cruzadas formando cuadrados. Es una forma en que se gasta poca cuerda y queda un asiento confortable. Ahora bien, las sillas para señores se cordaban en zig-zag, que es menos práctico pero más elegante.

¿Y cuál es más cómodo?

El de payés.

¿Qué le ha parecido el Dijous Bo?

No me esperaba la gran cantidad de público que llega a aglutinar. Desde el punto de vista de la gente es un éxito. Por lo que se refiere a ventas tiene el mismo mal que otras ferias, y es que la gente no gasta; pasea mucho, pero no compra. Quizá la crisis no ha pasado tanto como pensábamos.

¿Cree que volverá a repetir en la feria de Inca?

Si me quieren, sí. Lo cierto es que no me quejo de cómo me ha ido, he trabajado y he sacado mi jornal. Hoy en día a una feria ya no le puedes pedir más que eso. Lo cierto es que la organización es buena, atrae a la gente; no es culpa suya que luego no compren.

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