La víspera del Dijous Bo es el día en que los vecinos de la ciudad aprovechan para visitar la feria pues el Dijous Bo, quien más quien menos tiene invitados y no puede salir con tranquilidad. El denominado coloquialmente 'Dimecres Bo' se ha convertido en un auténtico firópara los inquenses.

Tal es así que a pesar de que tanto miércoles como jueves es día laborable los residentes se toman dos días de vacaciones. Una muestra se vio ayer por la mañana en el tren. Muchos usuarios se vieron sorprendidos de que los primeros convoyes fueran medio vacíos. No es más que muchos inquenses ese día optan por pedir licencia en sus trabajos, o por no acudir a otras citas ya que el interés lo tienen puesto en su ciudad tal día como ayer.

Y uno de los focos principales del 'Dimecres Bo' son los típicos cellers. Ayer tuvieron una actividad muy superior a la de cualquier miércoles del año, especialmente a la hora del desayuno.

Otro gran foco de atención es la gran exposición de plantas que se monta en la plaza de España. Cada jueves se agolpan allí una decena de puestos de floristas y viveristas, pero ayer ese número se multiplicó por dos.

"Mi hijo me ha regalado 40 euros y he venido a comprarme dos macetas", espetaba una señora mayor muy contenta en uno de los puestos. Y es que es así; las señoras de Inca salen ese día a comprarse su maceta. Y muchos caballeros aprovechan también para agasajar a sus damas con tal presente. Montse Nicolau es una de las vendedoras de la plaza de España y explica que "en ocasiones se hace más caja el miércoles que el propio Dijous Bo".Poinsetias

Es un día en que la exposición de plantas es variadísima pero casi siempre hay dos protagonistas. Ayer no fue distinto y el colorido de las poinsetias y de las orquídeas dominaba sobre el resto.

Àngel Prohens, vendedor, asegura: "Sin duda alguna es el día en que empezamos a vender poinsetias de forma masiva. Las fiestas navideñas están cerca y la gente se apresta a adquirir este peculiar arbusto". Ayer se podían adquirir poinsetias de muchos precios; las más pequeñas a tres euros; pasando por las más demandadas, las de cinco euros; y acabando en las grandes, que se vendían por 30 euros.