La vida de los pueblos puede contarse en base a grandes decisiones y acontecimientos, o también desgranando pequeñas historias personales, familiares o vivencias a pie de calle, que muchas veces permiten conocer mejor que de ninguna otra forma las realidades de nuestros días. En Binissalem, basándose en relatos de vida de treinta y cuatro vecinos que este año alcanzan la edad de 80, el ayuntamiento ha editado un libro que permite recordar o descubrir episodios e imágenes del ayer del pueblo.

Y todo comenzó con la idea de regalar algo original a las personas binissalameres que cumplen los 80 años. Con el punto de partida de visitar a esta gente para preguntar "¿me puede contar su vida y enseñarme tres fotografías?" se puso en marcha este verano un grupo de voluntarios cuyo fruto ha sido la publicación de este documento de gran valor local. La primera reacción de muchos de los protagonistas al recibir la proposición fue casi siempre decir que "mi vida no tiene nada interesante", pero a partir de ahí y una vez ganada la confianza con los mayores, es cuando comienzan a brotar recuerdos de infancia, de juegos de calle, amigos de clase, servicio militar, bodas, trabajos, aficiones... y aparece una historia que seguramente por sí sola daría para una novela o una película.

Anécdotas

Tejiendo anécdotas, fotografías y episodios que a veces resultan insignificantes para el protagonista pero que revelan momentos destacados, el libro ha salido a la calle en Binissalem con gran aceptación. Tanta, que ya se ha agotado la primera edición -que se regalaba a las personas mayores-, y el consistorio ha encargado una nueva tirada de ejemplares para dar respuesta a la demanda de otros familiares y vecinos que también están interesados en el libro. Todo un best seller de las pequeñas cosas.

Biel Fiol Munar ha sido el impulsor del proyecto y asegura que "todo ha sido muy rápido por la implicación del ayuntamiento y el carisma de la concejal Paula Moyà, que enseguida aceptó mi idea y nos pusimos en marcha". Reconoce que lo más trabajoso ha sido transcribir las entrevistas y hacer la corrección, pero a pesar de todo, en tres meses se ha logrado sacar a la luz el libro.

Fiol apunta que se trataba de hacer preguntas sobre su vida para tener alguna pincelada de los momentos más recordados, y después que aportaran tres fotografías: una actual, una de grupo familiar y, finalmente, una foto personal a la que le tengan especial cariño. El promotor destaca el trabajo del grupo de transcriptores, que han sido Mateu Banús, Maria Coll, Jaume Jiménez, Catalina Mascaró, Antònia Moyà, Antònia Sans, la propia concejal y él mismo.

La concejal de Servicios Sociales, Paula Moyà, afirma que se trataba de hacer algo especial ya que este año era la 65 edición del Homenatge a la Vellesa que se celebra durante la Vermada, y, en base a las revistas especiales que hacen por ejemplo en Lloseta o en Consell, se pensó en publicarlo en forma de libro y con fotografías. Moyà destaca que actualmente en Binissalem están censadas 465 personas mayores de 80 años. La concejal subraya que la publicación ha permitido "conocer historias de personas mayores que vemos casi cada día y de la que desconocemos muchas cosas" y asegura que ha sido una gran experiencia participar como transcriptora, "primero te decían que no tienen nada que contar y poco a poco te acaban sacando todos los álbumes de fotos de la familia".

Hay que tener en cuenta que los protagonistas nacieron un año de plena Guerra Civil española, en 1937, para entender que el punto de partida de sus primeros pasos fue en un entorno de grandes dificultades para sus familias. A pesar de ello, el resumen vital de buena parte de los entrevistados es que, a pesar de los muchos sacrificios, lo mejor que les queda es el haber sacado una familia adelante. Y como expresa una de las mujeres, que cumple los 80, lo que le viene a la cabeza ahora cuando echa la mirada atrás es que "la vida ha pasado muy rápido".

Sus crónicas permiten redescubrir el Binissalem de los años 50 o 60, pero también sirve para encontrar detalles de otros pueblos de la isla, ya que algunos de ellos son nacidos en muncipios vecinos como Consell, Lloseta, Alaró o Selva. En estas páginas encontramos además una buena lista de apodos o malnoms, como ca s'Esquerrà, can Busca, cas Mussol, ca sa Frareta, Pompa, Xuia, ca sa Francesa, can Martillo, cas Xocolater o can Ganància, entre otros.

El recorrido por los relatos nos permite conocer que Llorenç 'Selvatgí' regaba voluntariamente el campo de futbol y el cementerio, que Maria de 'ca s'Esquerrà' se negó a la imposición del servicio social femenino, que Rafel Lladó de 'Can Juan Juan' es el socio número uno del C.D. Binissalem o que Valentín Gomila de 'ca s'Esmolador' vendía pipas y caramelos con un carro que transportaba de bar en bar. O que gracias a Bernat Guasp de 'can Beca' la plaza está tan bien empedrada o el ayuntamiento tiene un precioso arco de piedra en la entrada.

Otro homenajeado, Pedro Vallès de 'ca s'Esquerrà', recuerda que su empresa familiar aportó la piedra para que en 1908 Gaudí reformara la Seu de Palma, y que también aportaron material para el faro de Formentor o la fuente de ses Tortugues de Ciutat.

Pilar Diáñez, nacida en Campillo (Huelva), es conocida como 'sa forastera d'en Rafel' aunque con sus 54 años en el pueblo es más 'binissalamera' que nadie, y de Catalina Frontera de 'Can Cassot' sabemos, gracias a su relato, que nació en Binissalem porque sus padres huyeron de Palma buscando tranquilidad para dar a luz en plena guerra.

Y aparece también Joan Martí de 'Can Fumat', maestro de escuela e hijo de maestro, que ejerció en es Secar, el Vivero, Alaró, Binissalem, Inca y Tarragona. O Margalida Pol de 'ca s'Algaidina' cuyos padres de conocieron porque él repartía pan por Bunyola. O Tomeu Sans de 'cas Mussol', carpintero, que elaboró la librería de madera del club Atlant, o Miquel Seguí de 'Can Xuia', fundador de la asociación de la Segona Edat. Treinta y cuatro vidas para cientos y cientos de historias.