?Los problemas que generan en Sóller las quemas controladas de rastrojos y restos de poda se producen a lo largo de los meses de otoño, invierno y primavera cuando las noches son frías y producen el fenómeno meteorológico de la inversión térmica.

Se trata de un efecto colateral al ser un valle rodeado de montañas en el que las corrientes de aire tienen problemas para moverse con libertad, lo que provoca que el aire más frío de la atmósfera se deposite en las capas más bajas.

Cuando ello se produce, el humo de las quemas o de las chimeneas no puede traspasar las diferentes capas y no puede ascender, por lo que se acumula en la masa de aire frío, o sea, la más baja.

Únicamente la acción de los rayos solares, con el consecuente aumento de las temperaturas, pone fin a la inversión térmica, un momento a partir del cual el humo se disipa en la atmósfera.