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Lletra menuda

Inviolable y sin autoridad en igual parte

Lejos de separarse del ojo del huracán, el alcalde de Santa Margalida se adentra todavía más en él porque sigue convencido de que es dueño y señor de sus propios temporales y de que dispone de recursos sobrados para domesticarlos a conveniencia. Sin embargo, esta vez, Joan Monjo puede haberse excedido en dimensión y contenido con unos comportamientos que exceden los límites municipales de Santa Margalida para adentrarse en el vecino Muro, dejando en evidencia a su Ayuntamiento y a la propia formación política a la que está adscrito Monjo, un Pi que no puede crecer sobre arrogancias, arbitrariedades y vulneraciones legales.

Es como si el alcalde de Santa Margalida fuera inviolable y quedara desautorizado a la vez. Ha ejecutado obras sin licencia en el agroturismo de Muro que adquirió el año pasado y en relación al cual está quejoso porque la ecotasa no ampara la ruta arqueológica que se aproxima a la finca. El celador de Muro deja claros en sus informes los excesos cometidos, pero el Ayuntamiento no paraliza nada y el agroturismo sigue abierto sin licencia. El aludido dice que todo está en trámite y que solo ha hecho reformas interiores sin exceso de volumen.

Si Monjo aplica la misma política en el Ayuntamiento que gobierna todo se vuelve un caos porque las normas se quedan en papel mojado. El alcalde infractor no está en condiciones de exigir legalidades a los demás. Es la distorsión de la política y una descomunal irreverencia institucional.

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