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Elementos y política en el punto de mira

Los cazadores no están contentos. Han adquirido mayor conciencia de victimismo que sus presas, sean potenciales o reales. Piensan que casi todo les va en contra, desde la gestión de la administración autonómica hasta el clima, con un verano incapaz de emigrar a otras latitudes y medios para establecer con ello veda real al otoño.

Contra el Govern siempre se puede montar una manifestación, como de hecho ocurre, lo cual no deja de ser táctica de acoso y acorralamiento a un objetivo no homologado pero estimulado por la aceptación furtiva de la política exagerada en la gestión de la caza. Hacer frente a los elementos ya resulta mucho más complicado. El cambio climático se ha vuelto manada de piezas de caza mayor ante la cual solo cabe, de momento, paciencia y espera, dos cualidades, por cierto, imprescindibles para un cazador que se precie. Así que calma, porque los tordos volverán y la izquierda dejará las instituciones algún día.

De momento, se trata de saber aprovechar lo disponible, que no es poco porque, a pesar de sobresaturaciones y acosos, varias especies autóctonas han logrado sobreponerse a las invasoras y recuperar estabilidad, también para que los cazadores puedan abatirlas, siempre que se haga con moderación y respetando las cuotas establecidas, claro. Habrá que admitir que algunas de las medidas establecidas y cuestionadas se han mostrado válidas para el ejercicio de una caza posible y responsable.

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