La Comissió de Medi Ambient de les Illes Balears (CMAIB) aprobó finalmente ayer dar luz verde a los dos mayores proyectos de parques fotovoltaicos de Mallorca, el de Santa Cirga en Manacor y el de la finca de s'Àguila, situado en la Marina de Llucmajor.

Tras sendas reducciones de la superficie de instalación, el proyecto manacorí (que se ubicará en la histórica finca natal del filólogo Antoni Maria Alcover), ocupará 56 hectáreas y tendrá 49,5 megavatios de potencia. Argumentos que, tras años de polémica y presiones vecinales y junto a las propuestas de retranqueo y colocación de una barrera natural, han acabado convenciendo a los responsables políticos.

De la misma manera el parque fotovoltaico de s'Àguila, ya redujo hace meses en casi un 50% sus dimensiones iniciales. La promotora Llucmajor Photovoltaic SL rebajó un 48,4% de su superficie, pasando de las 97,4 hectáreas a 50,2 actuales. Es decir, 47,2 hectáreas menos. Asimismo de los 204.120 módulos previstos en la primera versión del proyecto se pasó a los 133.614, y se incrementó la separación del exterior mediante la creación de barreras vegetales de mayor espesor y una serie de proyectos ganaderos y sociales.

Después de la Comissió, su presidente Antoni Alorda, valoraba los acuerdos: "Somos conscientes de las polémicas sociales y las legítimas posiciones contrarias a los parques, por la ocupación de territorio y por la sensibilidad hacia el paisaje. Pero debemos tomar decisiones ambiciosas y potentes porque nuestros niveles de renovables son ridículos", señalaba. "No se trata de crecer en este sentido, sino de dar una alternativa definitiva a las energías fósiles".

Lo que falta

Pero a los dos proyectos les faltan pasos fundamentales para poder ser definitivamente realidad. Al visto bueno de la comisión balear de Medio Ambiente, le debe seguir (en cuestión de semanas) la aprobación de la utilidad pública por parte del Consell de ConsellGovern (como ya pasó en verano con el parque de Sa Caseta, de menores dimensiones); y la lucha con Madrid para lograr las subvenciones estatales para instalaciones de renovables, previstas hace cuatro años y que ahora están en el alero.

En 2013 el Ministerio de Energía programó ayudas especiales para proyectos de energías limpias en Canarias, Ceuta, Melilla y Balears. Subvenciones que sí que han llegado a las demás zonas no peninsulares, pero que hace un año quedaron suspendidas sin que las islas hayan percibido un céntimo. En principio, el parón se debió a que desde el ejecutivo balear no se conseguían reunir los 200 megavatios mínimos (repartidos entre todos los proyectos en cartera) para acceder a las ayudas.

Ahora y con los números conseguidos, el Govern, junto con los promotores afectados, quiere volver a renegociar con Madrid la parte de los 60 millones de euros de los fondos Feder de los que disponía el Ministerio. Lo que se prevé es que estas ayudas se concedan finalmente por subasta y no directamente como estaba establecido hace cuatro años.

Para que puedan ser rentables, las grandes instalaciones solares previstas deberían obtener un rendimiento de entre 5,6 y 6 céntimos por kilovatio producido, mientras que para las de dimensiones más reducidas, el mínimo se situaría entre los 7 y 8 céntimos.

Según explica José Antonio Pérez, director de desarrollo de KS Management, promotora del parque solar de Santa Cirga, "todavía faltan algunos pasos para poder empezar, pero estamos contentísimos porque vemos que han primado criterios medioambientales, y se apuesta por las energías renovables".