La Platja de Palma es poliédrica. Tiene muchas facetas y versiones consolidadas durante décadas. Es el exponente más exprimido del desarrollo turístico de Mallorca. También ha querido ser modelo y motor de la necesaria modernización y transformación hacia la calidad de la predominante industria del ocio. Aparte de algunas iniciativas privadas, ha fracasado en este sentido al alcanzar el oleaje del engaño y la decepción, la arena de la necesidad.
La Platja de Palma es un gran cúmulo de promesas incumplidas, la gran evidencia de que los cimientos de la gestión pública y de la coordinación institucional han levantado sus cimientos sobre arena. De este modo se ha extinguido el Consorci que debía rejuvenecer y esponjar esta zona madura. Al Gobierno no le crea problemas de conciencia el dejar una vez más a Balears sin las inversiones comprometidas.
No puede extrañar que el ayuntamiento de Llucmajor se lamente de lo ocurrido, pero esto solo corrobora todo la dicho, no solventa carencias estructurales.