Rafel Torres, portavoz del PP, protestó por la medida al considerar que "supone un incremento al contribuyente". Virgilio Moreno (PSOE), alcalde de Inca, aseguró que "no se ha modificado en absoluto la tasa; se paga lo mismo por mesa y por silla". A lo que Torres replicó que "no es la tasa lo que sube, sino que se obliga a todos a pagar todo el año". Eso supone un aumento de la recaudación para las arcas municipales, pero el alcalde indicó que se trata de una cuestión técnica pues los padrones municipales son anuales.

No obstante, el propio interventor municipal desveló en la sesión plenaria que es posible establecer padrones trimestrales "como es el caso del agua potable", dijo.

Por otra parte, y aunque se trata de una aprobación inicial a la que se pueden presentar alegaciones, el PP lamentó que "no se haya consultado antes a agentes sociales implicados como es la asociación de comerciantes y restauradores de la ciudad".

El alcalde reiteró que tras la aprobación aún es posible aceptar alegaciones y hacer modificaciones. No obstante, cabe destacar que, aunque Moreno no se pusiera en contacto con la referida asociación para escuchar sus opiniones sobre el cambio de la ordenanza, sí lo hizo para tratar la elección de las fiestas locales, que también se debatió en el mismo pleno, según explicó el presidente de la entidad, Pep Nicolau, a este diario. En el pleno, se observaron desacuerdos entre los propios integrantes del equipo de gobierno. El Pi, que forma parte del Pacte per Inca, presentó una propuesta al margen del equipo de gobierno, para instar al pleno a rechazar los ataques a turistas y a la vez solicitar un nuevo modelo turístico respetuoso y sostenible. La propuesta se encontró con pegas por parte de uno de los socios de gobierno, Més, que anunció que únicamente se abstendría.

Gabriel Frontera, portavoz de Més, explicó que su grupo consideraba "desmesurada la respuesta promovida por el gobierno estatal ante unas pintadas, confeti o pegatinas".

Inseguridad

Rafel Torres manifestó: "No se debe banalizar un acto vandálico como entrar en un restaurante con la cara tapada y arrojar un líquido o confeti sobre las mesas. Eso genera inseguridad, miedo y molestias a personas ajenas al debate sobre el modelo turístico. A gente que ha pagado lo que le han pedido por unas vacaciones y que ,tiene derecho a no ser molestada ni insultada".

El portavoz de El Pi, Gori Ferrà, agregó que "demasiado bien les salió a quienes hicieron eso en la terraza de un restaurante junto al mar, porque lo más lógico es que acabaran en el agua". Ferrà acabó manifestando que "la propuesta está redactada para convencer y no crispar". Frontera insistió en que "se centra sobre unos actos que es cierto que son censurables pero obvia a un 20% de esta sociedad que opina que este turismo es negativo".