El silencio ha reinado en casi todos los hogares donde vivían las víctimas de la Guerra Civil. Unas personas inocentes que en Mallorca murieron asesinadas a manos del bando fascista sin poder defenderse, sin juicio. Perdieron la vida por pensar diferente, pero también por rencillas personales o simplemente por envidia. Sus verdugos dejaron a sus familiares una herencia de miedo y sufrimiento que perduró décadas como una losa en su almas.

"No temíamos por él, porque no había hecho nada"

"No temíamos por él, porque no había hecho nada"

Cuando ocurrieron los hechos, tenía 7 años. Hoy tiene 87 y recuerda los días que desencadenaron el asesinato de su padre. "La semana anterior a su muerte, un domingo por la tarde, vi como un camión llegaba a Galilea. Bajaron dos falangistas que dijeron a mi padre que tenía que presentarse en el cuartel (la antigua Casa del Poble, que los vecinos habían construido como sede social y que los falangistas ocuparon).

Así lo hizo, y se lo llevaron a la Casa del Poble de Palma, cerca de la Sang, donde lo retuvieron hasta el jueves, día en que volvió a casa. Contó que durante su encarcelamiento lo trataron bien. Al domingo siguiente, volvió a subir el mismo camión con dos falangistas y se lo llevaron otra vez. No temíamos por él porque no había hecho nada. Pero cuando se iba, mi madre le dijo a mi padre: 'Joan, per què no agafes una americana', a lo que un falangista respondió: 'No importa, allà on va no hi tendrà fred.

Al día siguiente, nos informaron que había muerto y que fuéramos a buscar su ropa en el cementerio de Calvià. En su casa, la tragedia se tuvo que guardar en silencio, incluso cuando hizo el servicio militar, donde Toni Ferrà tuvo que ocultar el motivo de la muerte su padre por miedo a represalias. El silencio empezó a romperse en los años 80, con la llegada de mossèn Toni Roig a Galilea, con quien la familia habló del trágico suceso y quien "se prestó a ofrecer una misa por su alma".

"Parece ser que tenía enemistad con el cura de Galilea"

Igual que su primo Joan Ferrà, su nombre hace honor al abuelo asesinado. Joan Ferrà valora la 'Caminada per la Memòria', porque es "una manera muy digna de sacar a la luz una verdad silenciada durante muchos años". Ferrà agradece el trabajo realizado por el vecino de Puigpunyent Jesús Esteban Carrascón, promotor de la iniciativa. Al conocer la historia, Jesús se puso en contacto con la familia para poner en marcha la 'Caminada per la Memòria' en 2012. El recorrido, que cuenta con la implicación de la entidad Memòria Històrica de Mallorca, intenta recrear el camino que hizo Maria Bordoy, cuñada de Joan Ferrà, con tan solo 16 años para ir a recoger la ropa del difunto en el cementerio calvianer. "Mi abuelo era un payés con un pensamiento de izquierdas, pero sin ningún cargo político. Ahora bien, parece ser que tenía una enemistad con el cura de Galilea de aquella época. Parece ser que mi abuelo reprendió al 'mossèn' Morey porque había pegado a mi padre. También se dice que la lista de la gente que 'molestaba' en Galilea, no solo por ideas sino también por razones personales, se hizo en la rectoría". Ahora, lo único que espera es que se abra la fosa común en la que reposan los restos de su abuelo y otros represaliados, "En el mejor de los casos se podría abrir en 2018, tan solo reclamamos poder enterrarlo dignamente y darle la sepultura".

"Esperamos que pronto se abra la fosa de Calvià"

"Tan solo queremos recuperar los restos de nuestro abuelo", apunta Joan Ferrà. "Sabemos dónde está enterrado gracias a una tía, Maria Bordoy Vich, ya que fue ella quien recogió la vestimenta del 'padrí". Ahora bien, no fue hasta hace 10 años que la mujer (a día de hoy fallecida) volvió a pisar el camposanto para señalar el sitio donde yace Joan Ferrà y una decena de asesinados durante la guerra civil. "Nuestra tía ya estaba muy mayor, pero le pedimos si podía acompañarnos al cementerio de Calvià y apuntar donde le dijeron que yacía. Y así lo hizo. Pese a los cambios que se han producido en el cementerio Maria Bordoy señaló, sin dudas, el lugar".

Para recordar a las víctimas, hace dos años, se instaló una placa que recuerda a los que allí descansan y a los calvianers enterrados en otras fosas. "Esperamos que la 'caminada' del año que viene sea la última y que pronto se abra la fosa", explica Ferrà. "En caso contrario, seguiremos reivindicando la exhumación de los cadáveres. Se ha tardado mucho, pero al menos se ha avanzado en este tema y se empezado abriendo la de Sant Joan y, hace poco, la de Porreres. Ahora depende de los recursos económicos que el Govern destine a esta tarea. Todo parece indicar que la de Calvià es la segunda más grande de Mallorca y el consistorio 'calvianer' también quiere que se abra".

"Valoro las seis ediciones de la Caminada per la Memòria"

"Valoro las seis ediciones de la 'Caminada per la Memòria', ahora tan solo falta culminar la reivindicación con la apertura de la fosa y la recuperación de los cadáveres", explica el tercer nieto de Joan Ferrà. Gabriel Ferrà remarca que "durante estos seis años se ha avanzado mucho ya el Govern y el Parlament han aprobado la Ley de Fosas. Además, se ha realizado un plan de exhumación de cadáveres". A todo esto, también señala el cambio de voluntad política en Calvià, ya que desde esta legislatura participa oficialmente en la caminata con la presencia de algunos de los miembros del equipo de gobierno, por lo que el cambio de representantes políticos ha sido positivo para recuperar la memoria histórica en Calvià. Ferrà recuerda que el anterior equipo de gobierno "no ponía todos los medios de que disponía a nuestro alcance, incluso tuvimos algunas pegas como encontrarnos cerrado el cementerio de Calvià".