Una década después del nacimiento de la reserva marina de Cala Rajada ya prácticamente nadie cuestiona su implantación. Actualmente todos los sectores están encantados con esta figura de preservación marina, que permite operar con el distintivo ecológico y sostenible. La reserva comprende un total de 11.303 hectáreas, y según los estudios realizados en los años 2008, 2009, 2010 y 2016, muestran en general un patrón de mejora constante.

Entre estos datos que maneja la conselleria de Medio Ambiente, se evidencia un notable incremento de ejemplares. Si se tienen en cuenta los informes técnicos pertenecientes a los años 2008 y 2016, en la zona de reserva integral se ha incrementado cuatro veces el kilo de pescado por cada 250 m2 en la zona de Cala Fosca, llegando hasta cinco en la zona de n'Alitx.

Si nos trasladamos a la zona de aguas interiores, donde la pesca está permitida con menos restricciones de captura, vemos que el incremento de las especies por cada 250 m2 es notablemente inferior. Así en Cala Matzoc pasa de los 850 gramos en 2008 a los 1,5 kilos en 2016; mientras que en es Bufador pasa de un kilo a los 2,5. En la zona de las aguas exteriores, más restrictiva, los incrementos son más altos, y en la zona de n'Alegre de los 2,5 kilos de pescado computados en 2008 se pasaron a los 6,5 kilos en 2016.

Entre estas cifras llama la atención es Faralló de Cala Gat, situado en aguas exteriores, donde en 2008 no se contabilizaron especies, y en 2016 presentó 16 kilos de pescado por cada 250 m2. El informe también desvela que a medida que se va protegiendo la zona aparecen especies que no estaban o su presencia era mínima, como el mero o el déntol.

Los estudios realizados en los censos del Proyecto Pescala, en el periodo entre 2007 y 2010, mostraban resultados contradictorios en los dos ámbitos de la reserva. Se hacía evidente que los recursos pesqueros respondían mejor a la normativa estatal, que no a la autonómica de las aguas interiores, más permisiva.

Por lo que en 2014 la comisión de seguimiento de la reserva acuerda que la Federación Balear de Cofradías de Pescadores consensúe una propuesta para mejorar la normativa de la reserva, en particular en la aguas interiores. En enero de 2015 la Federación presentó el documento con diez puntos, en los que proponía, por ejemplo, prohibir la pesca submarina. En diciembre de 2016 ve la luz el decreto Ley que regula las actividades de extracción de flora o fauna marinas y las actividades subacuáticas en la Reserva Marina del Llevant.

El nacimiento

La reserva empezó a gestarse en 2001, a petición de los pescadores profesionales de la cofradía de Cala Rajada. Un hecho poco común y prácticamente único: el sector pesquero profesional solicitando restricciones para él mismo. El 'embarazo' fue complicado y difícil, hasta que en 2007 tiene lugar el alumbramiento de gemelos, ya que el resultado final son dos reservas contiguas pero diferentes, una gestionada por el Govern y que afecta a las aguas interiores y otra gestionada por el Madrid, para las exteriores.

La disputa entre partidarios y opositores de la reserva, alimentada auspiciada por las disputas políticas, propició un clima tenso para las negociaciones. Los pescadores de la cofradía fueron señalados como los culpables de todos los males que podría padecer el municipio si finalmente se aprobaba la reserva.

Aunque como bien recuerda el actual patrón mayor de los pescadores gabellins, Pedro Mercant, "Lo que queríamos era una Reserva que regulara la pesca profesional, no pedíamos ninguna restricción para los pescadores recreativos o para ningún otro sector. Se trataba de poder vivir y a la vez, evitar arrasar". A Bernat Martí el 2007 le pilló como máximo representante de los pescadores. Fueron los momentos más tensos y difíciles del proceso, "lo que estuvo propiciado por la falta de información veraz. Tuvimos que explicar a mucha gente que lo que pedíamos solo afectaba al sector pesquero profesional".

En aquellos momentos la reserva era vista por un sector, como la cuna de los futuros males del municipio. De hecho empezaron a aparecer pintadas y anuncios en prensa, previendo la muerte que supondría para sectores de actividades acuáticas y subacuáticas, o incluso para el propio sector turístico. Hasta grupos totalmente alejados de las actividades marinas, como fue una asociación de ocio nocturno de Menorca, se posicionó en contra. Después de diez años, muchos coinciden en que fue una gran idea, que lejos de significar la muerte del municipio, ha sido una figura con sello de calidad turística que hay que seguir explotando. Una figura hoy imprescindible.

Miedo a lo nuevo

"Supongo que todo lo nuevo da un poco de miedo, la gente se asusta cuando se les prohíbe pescar o fondear. Pero después de tantos años y con los resultados obtenidos, han cambiado de opinión", explica Juan Serrano, propietario de embarcaciones dedicadas a las excursiones marítimas. "Ir en contra de la reserva, actualmente sería una estupidez. Hay que reconocer que la cofradía de pescadores fue muy valiente y estamos muy contentos de su iniciativa" apunta Mateu Moll, actual presidente del Club Náutico.

"Creo que puede ser un incentivo más para el turista de la zona" asegura el hotelero Joan Massanet, presidente de los hoteleros gabellins en 2007. "En estos diez años ha habido mas buenos momentos que malos, valió la pena luchar. Aquellos pescadores que lo hicieron contra viento y manera hoy se pueden sentir orgullosos del legado" explica Bernat Martí.

Ahora, la lucha de la tercera reserva marina más grande de Balears, está en eliminar este binomio administrativo. Por esto actualmente, Conselleria y Ministerio trabajan conjuntamente para conseguir que las normativa sea la misma en toda la zona, y no dependa de dónde se encuentre uno, si en aguas interiores o aguas exteriores.