De un simple vistazo, la primera planta de estos locales de Magaluf (Calvià) no difería mucho de cualquier otro bar de copas de esta Meca del ocio nocturno del Mediterráneo. Había una barra y asientos para los clientes. Lo que se salía de lo habitual se encontraba a medida que uno descendía los peldaños que conducían a la planta baja de estos establecimientos.

En teoría, estos espacios debían servir como almacén. En la práctica, sin embargo, escondían un auténtico burdel subterráneo, según la conclusión a la que llegó la Polícia Local de Calvià.

Los agentes se encargaron de la investigación que desembocó en el cierre de seis locales de Magaluf al considerar que se dedicaban principalmente a la explotación de mujeres que ejercían la prostitución. Y todo, bajo el amparo de licencias de bar o café-concierto.

Los nombres comerciales eran el Bar Touch, el Bar Kandi, el Apple Pub, el Red Room, el Opps Party, y el Jaggers. Estos locales eran el exponente de un fenómeno que había ido al alza en los últimos años en Magaluf: el de los locales de alterne camuflados en algunos casos como lap dance, que crecieron al amparo del turismo joven de fiesta que se adueñó del destino. "Aquí hay un caldo de cultivo para este tipo de negocios: el turismo de borrachera", manifiesta un vecino de la zona.

Después de que el Ayuntamiento confirmase su clausura este mes tras desestimar las alegaciones de los propietarios, este diario ha tenido acceso a algunos detalles de la investigación policial, que arrancó tras la alarma lanzada por vecinos de estos establecimientos.

Se quejaban de que los ruidos nocturnos eran frecuentes, con el agravante de que no se cumplían los horarios de cierre. En las zonas comunes, los residentes se encontraban con trabajadores de los locales que intentaban captar clientes de prostitución. Y todo ello, dictaminaron los agentes, a la vista de menores de edad.

Los agentes, acostumbrados a lidiar cada verano con el fenómeno de la prostitución callejera, se pusieron manos a la obra. Primero, inspeccionaron el interior. Y lo que vieron les dejó pocas dudas. Plantas bajas compartimentadas en habitaciones de dos por cuatro metros. Cuartos con camas (algunas de ellas plegables). Tapizado rojo y negro en las paredes. Bidé en cada habitación, donde no faltaban utensilios para la higiene personal. Pañuelos. Papel higiénico. Y preservativos.

Países extracomunitarios

Los agentes hablaron también con clientes que habían solicitado servicios sexuales. La mayoría de ellos, eran jóvenes europeos. Mientras, las mujeres prostituidas, según la investigación de la Policía, procedían de países extracomunitarios. Los empresarios de los locales eran tres hombres y dos mujeres. Al considerar que la actividad principal de los establecimientos no se correspondía con sus licencias, el Ayuntamiento dictó una orden de clausura.

En el periodo de alegaciones, los propietarios intentaron rebatir las conclusiones de la investigación policial. Uno de esos argumentos fue que, en el momento de efectuar obras en el local, el Consistorio requirió que se habilitasen un vestuario, un baño y lavabo. Además, desvincularon la presencia de alguna cama de una actividad relacionada con la prostitución. Otro argumento fue que los carteles exteriores de top less y dibujos de mujeres no hacían presuponer que en el local tuviese que haber una actividad sexual. El Consistorio rechazó las alegaciones y dictó el cierre de los seis locales. Al menos uno de ellos ha presentado un recurso judicial, que le permite seguir abierto.