El concepto Milla de Oro se asocia habitualmente con las principales avenidas de las grandes ciudades del mundo, que eligen firmas exclusivas para abrir tiendas de pasillos relucientes al alcance sólo de los bolsillos más adinerados; lugares chic donde el precio por metro cuadrado alcanza niveles estratosféricos.

Sin embargo, en determinados círculos empresariales de Mallorca, este concepto se utiliza también en conversaciones informales para referirse a una calle de apenas 500 metros, donde huele a masa humana e imperan el neón, la fiesta nocturna, los desfases varios y el estigma mediático nacional e internacional.

Discotecas y bares

Para los grandes distribuidores de alcohol y refrescos, Punta Ballena es también una auténtica Milla de Oro por los elevados niveles de facturación que protagonizan decenas de locales de ocio y discotecas de esta zona, donde cada noche de verano se entregan a la fiesta miles de turistas.

Para hacerse una idea de lo que se gastan estos establecimientos, puede recurrirse a algunas facturas a las que ha tenido acceso este diario, en las que se comprueba cómo una de las discotecas más conocidas de Punta Ballena gastó el mes pasado algo más de 65.000 euros en suministros de bebidas, repartidos en una quincena de facturas, con cargos diarios de hasta 11.000 euros.

Otra discoteca abonó en julio un total de 48.000 euros por este mismo concepto. Hay facturas de hasta 8.700 euros en un día. En esos mismos números, se mueve un club nocturno cercano, que hizo un gasto en torno a los 50.000 euros, también el mes pasado.

"¡Eso no es nada!", comenta una fuente empresarial de la zona, al referirse al gasto en bebidas que hacen los establecimientos de ocio. "Yo sé de empresarios que hacen compras mensuales de entre 150.000 y 200.000 euros", dice, a modo de ejemplo.

Turismo de borrachera

Todas estas facturaciones se registran en un verano marcado marcado por el cierre de la principal macrodiscoteca de la zona (BCM) en el marco de la investigación contra Cursach y el recrudecimiento de la lucha contra el turismo de borracheraturismo de borrachera.

Un combate cuyo último episodio se vivió la semana pasada, con la entrada en vigor de la nueva ordenanza municipal de estética exterior de los establecimientos, que prohíbe que supermercados y licorerías expongan alcohol en terrazas y escaparates.

Otro frente que han empezado a enfocar las administraciones es el de la oferta del alcohol en el todo incluido; una oferta que se quiere limitar, pero que, de momento, lo que provoca es que los locales de ocio entren en una espiral de ofertas etílicas a la baja para captar clientes, aseguran fuentes empresariales de la zona.