El ingeniero Salvà destaca que un evento como los conciertos veraniegos que organizan los consistorios es posible gracias a multitud de personas que trabajan para que otros se diviertan: "Hay que ubicar y revisar a los vendedores ambulantes, que la brigada deje las conexiones eléctricas en condiciones, poner el escenario, la decoración, coordinar con la empresa de limpieza para cuando acabe todo... son muchas cosas". Incluso se llega a detalles que pueden ser imperceptibles para la mayoría de visitantes, como en el caso de Llucmajor, que se situaron maceteros en los accesos a la plaza siguiendo recomendaciones antiterroristas.

Andreu Munar, de los Bombers de Palma, participó recientemente en una mesa redonda en Inca sobre planes de seguridad de correfocs a la que asistieron representantes de diversos ayuntamientos. Asegura también que las medidas que se suelen tomar en un espectáculo de estas características o en los conciertos de Sant Sebastià son mucho más exhaustivas de los que se percibe: "En los correfocs del Parc de la Mar hay socorristas por si alguien cae al lago, en la cabalgata de Reyes se revisan todos los vehículos y en los conciertos en plazas se estudia cualquier elemento que puede molestar una evacuación".

Responsabilidad

Salvà recuerda que todas las medidas se toman en base a la ley de actividades del Govern de 2013, y a partir de ahí se estudia el aforo previsto y se redacta el plan de seguridad. Por ejemplo, señala que siempre debe haber un responsable municipal en el lugar, "porque si la policía tuviera que abandonar el recinto por cualquier emergencia él debería decidir si el concierto debe suspenderse o puede continuar".