Sbert ha publicado diversos trabajos sobre el cine en Balears, la Guerra Civil y el caciquismo. Su nueva obra, centrada en el fundador y promotor de Cala d'Or, Josep Costa, así como los residentes famosos y los años dorados, arroja luz y sorprenderá a muchos.
-¿De dónde era Josep Costa Ferrer?
-El dibujante, caricaturista y promotor cultural Josep Costa Ferrer (1876/1971) nació en Eivissa. A los doce años su familia se trasladó a Palma donde su padre había sido nombrado agente de aduanas. Estudió el bachillerato en es Pont d'Inca, donde hizo amistad con Joan March, Verga, una relación que mantuvieron toda su vida.
-¿Siguió estudiando?
-En 1896 la familia se mudó a Barcelona para que los hijos pudieran estudiar una carrera. A los veinte años empezó estudios de arquitectura pero pronto lo dejó. Se dedicó a lo que verdaderamente le gustaba, hacer caricaturas. Para él era muy fácil publicarlas y se convirtió en su medio de vida.
-Debió conocer bien el mundillo artístico de la época.
-Frecuentaba diversos ambientes culturales, com la bohemia cervecería Els Quatre Gats, el punto de encuentro de los artistas en Barcelona. Allí conoció a Santiago Rusiñol y a Ramon Casas, que acababa de llegar de París con una revolución en pintura, el impresionismo, Eugeni d'Ors, Martínez Sierra o Picasso, entre otros. Todos juntos disfrutaban de la vida noctámbula y bohemia de la ciudad. Representaban un nuevo espíritu que no siempre era bien recibido. Su compañero caricaturista Bagaria conoció la cárcel a causa de un chiste que no gustó al gobierno de la monarquía. De todas formas su situación económica era bastante precaria.
-¿Qué caricaturas hacía?
-A lo largo de los treinta años que duró esta actividad, hasta 1930, hizo caricatura política y social de fuerte contenido irónico y satírico. Siempre a favor del pueblo.
-Creo que durante la Gran Guerra estuvo activamente del lado de los aliados.
-En 1915 se editó Kultur, Antología bárbara de los tiempos modernos, publicación humorística con un centenar de caricaturas de Picarol y con texto bilingüe en castellano y francés del polifacético Santiago Rusiñol. Se agotó en París. Cuando acabó la contienda el gobierno francés quiso premiar a don Pep con la Cruz de la Legión de Honor, que no aceptó por modestia.
-También se dedicó a la arqueología.
-Sí, y a raíz de ello comenzó a introducirse en el mundo de los anticuarios. Pronto abrió tiendas en Barcelona, Palma, en el passeig del Born 41, y en Chicago (1927).
-¿Y las galerías Costa enfrente del Círculo Mallorquín?
-Fueron un auténtico fenómeno sociocultural en la Mallorca de los años 30, 40 y 50. La actividad de la galería fue enorme, se organizaron exposiciones de artistas de primera línea o colectivas de Van Gogh, Matisse o Dufy, o la exposición de litografías y dibujos de Picasso (1948). Inauguró el local a finales de 1928 y estuvo abierto casi medio siglo. Entre los más asiduos estaban sus amigos Gabriel Alomar, Lluís Martí, Francesc Bernareggi, Antoni Gelabert, Joan Sureda o Anglada Camarassa.
-Pasemos a Cala d'Or.
-Para atenuar el hambre y la emigración, el Gobierno favorecía desde 1885 la creación de colonias agrícolas en terrenos no cultivados. Así se crearon, entre otras, las de sant Pere en Artà, del Port de Felanitx, de Manacor y de sant Jordi, en ses Salines. Por otro lado en 1898 había aparecido en Gran Bretaña el movimiento de la ciudad-jardín, una alternativa a la ciudad superpoblada. Las urbanizaciones que aparecieron en Mallorca como la Ciutat Jardí de Palma, Bellavista de s'Arenal o la de Alcanada (Alcúdia), pero son mayormente colonias de verano. Don Pep tenía 57 años y quería retirarse, al menos de sus actividades de siempre. Desde hacía años tenía la idea de fundar una colonia. Cuando llegó la fiebre de pintores argentinos en el Port de Pollença con Anglada Camarasa, y cuando Adan Diehl compró Formentor y construyó con Bellini el hotel, Picarol ya estaba con ellos. Las galerías Costa funcionaban muy bien y decidió comprar una franja de terreno en Pollença, pero la cosa no prosperó porque precisamente allí se estableció la base de hidroaviones.
-Pero no se desanimó.
-En efecto. Se acordó de la finca de ses Puntetes (Santanyí) formada per tres calas: Cala Llonga, es Caló de ses Dones y es Caló dels Homes, de la que se había enamorado. La escritura de compra de los terrenos se formalizó el 25 de enero de 1933. Decidió asociarse con algunos amigos, la mayoría pintores catalanes, y les puso por condición que tenían que tener la casa terminada o al menos el terreno vallado antes de un año. Don Pep diseñó el plano de la urbanización haciendo que arquitectónicamente tuviera el aspecto del estilo ibicenco. La llamaría Cala d'Hort, en homenaje a la cala de Eivissa, al pueblo, no obstante, le costaba pronunciarlo y se quedó en Cala d'Or. Entre los 'fundadores' se encontraba el pintor belga Médard Verdburgh que vendió terrenos entre sus amistades, así se produjo la invasión belga, que levantó unas 25 casas. Y así comenzó todo.
