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Sion Bennàssar Palou: "El fallo mayor es no tener un tren que vaya al aeropuerto"

El veterano revisor ha escuchado las excusas más inverosímiles para justificar no pagar el billete

Sion Bennàssar, jefe de interventores del tren, junto a un convoy a punto de salir de Inca hacia Palma. P. C.

Sion Bennàssar es uno de esos personajes que en su pueblo o ciudad siempre será recordado. No por ser un alto cargo, ni un gran artista, simplemente porque es muy popular debido a su trabajo. Todo el mundo sabe en Inca quien es Sion, el revisor. Nos atiende tomando un café en la terraza del histórico bar Matias, en la plaza de Santa Maria la Major.

P ¿Cuando uno está a punto de jubilarse y ha vivido un trabajo tan intenso no siente como si perdiera algo?

R Exactamente perder algo no. Siente que se acaba una etapa y siente que va a añorarlo mucho porque, en mi caso, el tren es un modo de vida. Yo hace años disfrutaba tanto trabajando en el tren que cuando se lo decía a alguien siempre añadía: y encima me pagan.

P ¿Siempre ha trabajado en el tren?

R Yo digo con mucho orgullo que solo he estado en paro durante 12 horas en mi vida. Llevo 38 años trabajando en el tren. Antes trabajé unos años para un mayorista de alimentación y al aprobar las oposiciones al tren tuve que inscribirme en el desempleo para que al día siguiente me asegurasen en FEVE, lo dicho... doce horas.

P ¿Por qué quiso ser ferroviario?

R Mi padre lo era y me inculcó ese cariño por los trenes. Él era contramaestre de talleres. Además, yo creo que nací ferroviario. Ser ferroviario es una vocación.

P ¿Cómo empezó?

R Se convocaron oposiciones para entrar en la Compañía FEVE (Ferrocarriles españoles de Via Estrecha) que era la que explotaba entonces la línea que quedaba de Palma a Inca y a sa Pobla. Éramos 35 y entramos 18. Eso era el 12 de julio de 1979, y al día siguiente ya me incorporé. Por eso digo que solo he estado en el paro 12 horas (risas).

P ¿Cual fue su primer trabajo en FEVE?

R Me mandaron a Santander para hacer prácticas. Tenía que estar allí 45 días pero a los ocho días me mandaron para acá. Faltaba gente y en noviembre ya fui ascendido a jefe de tren. En 1987 me ascendieron a jefe de interventores y desde entonces he ocupado ese cargo.

PYo recuerdo que antes cada tren tenía su revisor y ahora tengo la sensación de que muchas veces no va en el tren...

R Efectivamente. Yo he llegado a tener 32 interventores y ahora solo hay 14 o 15. El revisor es muy necesario en un tren. Ahora casi todo está automatizado y se tiene la sensación de que es una figura que ya no se necesita pero no es cierto. El revisor primero de todo aporta autoridad y seguridad a los pasajeros. Un padre sabe que si manda a sus hijos a escuela en tren y hay un revisor hay una figura de autoridad a bordo y puede estar tranquilo. Por otra parte es una fuente de información ambulante, informa de retrasos, averías o cualquier demanda del pasajero, es el contacto directo de la compañía con el usuario.

P ¿Y también se cerciora de que todos paguen?

R Es otro de sus cometidos, pero como ya le he dicho, no es el único.

P Y en 38 años debe haber oido todo tipo de excusas.

R Muchísimas (risas) Mire, una forma muy recurrente es la de la típica mamá que le quita años al niño para pagar medio billete. Con los años aprendí un truco. Nunca pedir la edad a la madre. Me acercaba les saludaba y le decía al niño: ¿Cuantos años tienes guapo? Los niños siempre dicen la verdad y si tiene, por ejemplo siete años y le falta un mes para los ocho, dirá ocho. También era curioso ver que gente, para ahorrarse parte del importe, compraba por ejemplo en la estación de Inca un billete para Alaró o Binissalem, pero luego iban a Palma. No me pregunte cómo pero con el tiempo se llega a tener un sexto sentido y estos casos ya me los olía. Cuando habíamos pasado Santa Maria iba y le pedía el billete y lo cazaba.

P ¿Y casos graves?.

R He tenido ataques epilépticos, infartos, desmayos, de todo a bordo del tren.

P ¿Y qué se hace?

R Lo primero apartar a la gente, colocarlo en posición de defensa y pedir si hay un médico a bordo o un enfermero. Si lo hay, lo suyo es dejarlo en sus manos mejor cualificadas. Y tanto si lo hay como no, llamar inmediatamente a la estación siguiente para que allí espere una ambulancia.

P ¿Todavía quedan jefes de estación?

R No, no, esa sí que es una figura que se ha perdido. Ahora hay un número de gestores porque todo va ya informatizado.

P Como decía que en casos de emergencia se llamaba a la estación...

R Sí, efectivamente. Cuando había jefes de estación se les llamaba. Ahora se llama a la central y ya ellos mandan la ambulancia al primer apeadero.

P ¿Y atropellos?

R Sí, por desgracia. Eso ahora ha mejorado mucho. Antes teníamos un montón de pasos a nivel. Eso se ha ido eliminando y las vías se han cerrado. Ahora los pasos a nivel que quedan son todos con barreras.

P Últimamente se ve muchas veces en la prensa que ha habido averías o retrasos ¿Eso siempre ha sido así?

R Antes era peor. Yo he tardado 4 horas y treinta minutos en ir de Palma a Inca por problemas en un tren. En 1985 se estuvo a punto de cerrar completamente el servicio ferroviario en Mallorca. Todo era precario, viejo. En 1981 yo llevé pasajeros al Dijous Bo solo con una máquina y un vagón. Iban apretados como sardinas en una lata.

P ¿Y cómo se solventó aquello?.

R Porque se impuso la cordura y decidieron invertir. A principios de los 90, estando Tolo Reus de conseller de Obras Públicas se adquirió material nuevo, nuevas máquinas y en 1999 llegaron las primeras unidades eléctricas.

P ¿Esta ahora el servicio en su mejor nivel?

R Cada cosa se debe ver según su tiempo. Ignoro el nivel de servicio de cuando se fundó, pero imagino que debía ser muy bueno. Ahora es probablemente el mejor de los últimos tiempos pero para mí hay un fallo grande.

P ¿Cuál es?

R Que a estas alturas y teniendo un aeropuerto por el que pasan 22 millones de personas no haya aún una línea de tren o metro que vaya de Son Sant Joan a la intermodal de Palma. Con tantísimo turista que nos visita no tenemos una conexión de transporte público económico que les permita llegar a puntos diferentes de la isla sin tener que gastar un pastón. Y no digamos ya los residentes; se nos obliga a ir en coche y dejarlo en el aeropuerto, o molestar a algún amigo o pariente para que nos lleve o nos recoja. A mí me da envidia llegar a Barcelona en avión y tener una línea de la Renfe allí mismo que me deja en Sants, en el mismo corazón de Barcelona.

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