Junto a la preocupación que produce observar cómo la depuradora de una ciudad de la dimensión de Inca se estrangula y queda al 20% de su capacidad de tratamiento en plena canícula, la inquietud se acrecienta al conocer las causas de tal reducción.
De la información que se publica en esta página se deduce con claridad que el problema, la causa de los accidentes mecánicos, ha estado en la relajación del mantenimiento. Los difusores de los estanques de oxigenación y la bomba de vaciado de fangos se han estropeado por puro desgaste. Es lo que ocurre con las cosas que están a pleno rendimiento y no se sustituyen en el momento adecuado.
Las carpas muertas por falta de reposición de agua fresca han delatado el problema. La comunidad de regantes se ha quedado unos días sin recursos en una época del año especialmente delicada y el extraño líquido resultante del descuido se vertía al torrente de Cantabou para evitar males mayores.
Se espera que las aguas de la depuradora vuelvan a la normalidad a partir de hoy. Siempre puede haber imprevistos y descuidos, pero muchas veces resultan evitables con un mínimo de cuidado y previsión. Bien irá si lo ocurrido en la depuradora de Inca sirve cuando menos de escarmiento para que cosas semejantes no vuelvan a pasar. Es a lo único que se puede aspirar ya.
