La procesión del Corpus de Pollença mantuvo ayer por la tarde los ingredientes tradicionales que ha conservado desde hace mucho tiempo y la figura de Sant Joan Pelós volvió a salir con el corderito vivo en el interior de una bolsa que lleva colgada.

La polémica que se ha generado en los últimos días con la petición de las entidades animalistas de eliminar el animal de la procesión no ha amedrantado a la parroquia 'pollencina', que ayer decidió mantener el cordero después del informe remitido hace unos días al Govern en el que justifica la antigüedad superior a cien años de esta tradición, tal y como había reclamado el ejecutivo para permitir la fiesta tal y como está concebida desde hace años.

No obstante, muchos creen en Pollença que la presencia del corderito en la procesión del Corpus tiene los días contados porque la presión social y la tendencia a eliminar los animales vivos en los festejos populares finalmente se impondrá, a pesar de que legalmente podría mantenerse como una excepción de la ley de protección animal.

Según el informe del Govern, el corderito del Corpus 'pollencí' "no está sometido a tortura o maltrato", aunque admite que el animal "padece un sufrimiento" y "puede herir la sensibilidad de los espectadores", además de que "está sometido a un trato que no se puede considerar natural".

La fiesta se desarrolló con el guión establecido. La sociedad 'pollencina' disfrutó un año más de la procesión del Corpus y del singular baile de las 'Aguiles' y Sant Joan Pelós por las calles del centro de la localidad, donde se concentró un numeroso público vestido con sus mejores galas.

Las dos figuras femeninas, protagonizadas este año por las jóvenes María del Mar Caballero y Laura González, ambas de 17 años, y el personaje de Sant Joan Pelós, encarnado por Juan Carlos Romero, también de 17 años, recorrieron el centro de Pollença después de la tradicional celebración del Oficio en la parroquia de la Mare de Déu dels Àngels, donde antes de salir en procesión interpretaron el baile de las Taules, cuyas dos versiones son conocidas con los nombres de 'les bones' y 'les millors'. Las tres figuras se mueven al ritmo de una curiosa danza de reminiscencias medievales.