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La ineficacia de la prohibición

La ineficacia de la prohibición

Las esperanzas depositadas sobre la ordenanza que intenta poner coto al turismo de borrachera y a la falta de decoro en las zonas turísticas de Calvià se han desvanecido de forma rápida. Los incidentes y desmanes que acostumbraban a producirse avanzada la temporada, este año se reproducen, incluso con mayor virulencia, en los inicios de la campaña estival.

Una veintena de jóvenes han sido multados con doscientos euros cada uno por correr desnudos en Palmanova y en Magaluf se ha producido una batalla campal entre ingleses y escoceses. El Ayuntamiento tienen ahora capacidad legal de sancionar estas acciones, pero no logra evitar que se produzcan lo cual significa, ni más ni menos, que el problema persiste y que no se alcanzado su raíz de fondo.

Si a las lamentables escenas de la costa de Calvià sumamos la irrupción de un grupo neonazi en una fiesta de la Platja de Palma, un asunto que tiene visos de llegar a la Fiscalía por incitación al odio, tenemos motivos para pensar que el deterioro del turismo, en determinados puntos de Mallorca, en vez de frenarse, se incrementa. No basta la redacción de una ordenanza y su aplicación más o menos eficaz, falta la implicación del sector turístico y de los visitantes para vestir las vacaciones particulares y el negocio del ocio en general, con un mínimo de decencia. Para pasárselo bien y obtener rentabilidad económica no es necesario cometer acciones que después te obliguen a ruborizarte o sean causa de vergüenza propia y ajena.

Andreu Serra, el portavoz y teniente de alcalde de Policía de Calvià, asevera que no hay marcha atrás en la reconversión de la zona turística calvianera y que la “resistencia” de algunos empresarios no le hará desistir del camino emprendido. Pero se siguen vendiendo excursiones alcohólicas y ofreciendo “todo incluido” de baja calidad. Por la única vía de la prohibición municipal, pese a las buenas intenciones, se avanzará muy poco.

Es una cuestión de definición y de implicación. Calvià en particular y Mallorca en general debe concretar de una vez por todas qué tipo de turismo desea y trazar medidas transversales, con participación de todos los afectados, para consolidarlo. No basta la prohibición.

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