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Hallazgo histórico

Obispo Miralles: "Mi voluntad terminante es que no se celebre ningún funeral por el cura Alomar"

Salen a la luz cartas secretas que el prelado envió al rector de Llubí tras la ejecución de su colega Jeroni Alomar Poquet, el 7 de junio de 1937 - Miralles se refiere al presbítero fusilado como "el desdichado"

Obispo Miralles: "Mi voluntad terminante es que no se celebre ningún funeral por el cura Alomar"

El 8 de junio de 1937, un día después del fusilamiento de su hijo, la madre de Jeroni Alomar Poquet decidió trasladarse a Sóller para intentar medirse cara a cara con el obispo José Miralles y pedirle que celebrara allí un funeral en memoria del sacerdote asesinado por su oposición al Movimiento Nacional. Esta escena se ha conocido ahora, 80 años después, tras la aparición de cuatro cartas inéditas del archivo de quien fuera párroco de Llubí, Llorenç Martorell. El historiador local Gabriel Alomar i Serra ha recopilado esta novedosa información y la presentó este viernes en un acto en la biblioteca de la localidad.

Miralles no se reunió finalmente con la madre del cura -Isabel Poquet-, pero al saber que la intención de esta mujer era pedir un funeral para su hijo cura fusilado, decidió zanjar el asunto y al día siguiente escribió una carta al rector de Llubí con el encabezado "Reservadísimo". En ella deja claro que prohíbe funerales de recuerdo a Alomar: "Mi voluntad terminante es que no se celebre ningún sufragio público; pero autorizo la celebración de misas privadas, aunque no constituyendo turno, sean o no varias el mismo día, y sin anuncio de indulgencias", ordenó Miralles.

La carta remitida con sello del Obispado dos días después de la muerte del único capellán asesinado en Mallorca durante la Guerra Civil acaba con un llamamiento de Miralles al párroco para que, si se encuentra por Llubí con la madre, extreme "la benevolencia y la corrección" y pase por alto "cualquier improperio". El obispo asegura que tiene constancia de que Isabel Poquet y Jeroni Alomar no podían ver "ni en pintura" al rector Llorenç Martorell, al que acusaban de haber alentado la detención. Pero el elemento novedoso es que Miralles asegura que conoce los sentimientos del presbítero asesinado por los franquistas a través de una carta "que me escribió, y queda archivada, poco antes de cambiar de existencia". Es decir, que el sacerdote, al conocer que su ejecución era inminente, decidió remitir una carta al obispo que sigue siendo inédita ocho décadas después.

"Que quiten la radio"

Por orden cronológico, la primera misiva descubierta ahora por el investigador llubiner Gabriel Alomar lleva fecha del 3 de septiembre de 1936, nueve meses antes de la ejecución del cura, y viene motivada por una de las primeras detenciones que sufrió. El obispo explica al párroco Martorell que existen denuncias contra Jeroni Alomar y hace referencia a una conversación telefónica con el vicario general castrense en la que desde el Obispado ya indicaron "la conveniencia de alejarle de éstos peligros enviándole a Misión o al convento de San Francisco". El prelado especifica que si Alomar todavía no ha sido fusilado, "como llegué a temerlo días pasados", es porque "las autoridades militares y civiles nos respetan y consideran". Esta carta acaba con una recomendación clara al párroco, sobre una radio que se decía que usaba el cura: "Si tiene Vd. influencia con la familia Alomar, que quiten cuanto antes la radio: a uno encontraron una en Pont d'Inca, y el otro día le hicieron funerales en la Merced".

Ya en 1937, y tras la definitiva detención de Jeroni Alomar por haber colaborado en la huida de Mallorca de dos considerados desertores -en una operación policial organizada para atrapar al sacerdote-, el prelado escribe a Martorell y le ordena silencio absoluto con la amenaza de que, de no cumplir la orden, sería relevado del mando de la parroquia de Llubí: "Hágame el obsequio de no decir ni buena ni mala palabra sobre el hermano nuestro preso y encausado. Si pretenden hacerle hablar diga que yo se lo prohibo; si intentan darle noticias, responda que yo no quiero que las preste oído. Sé lo que digo, y no me pida ni me dé explicaciones (?) Cualquier transgresión en este punto que pudiera comprobarse haría imposible la permanencia de Vd. ahí".

El 6 de junio de 1937, horas antes del fusilamiento del cura, Miralles escribe otra carta con sello "Confidencial" al rector. En ella afirma que solicitó el indulto a Franco para salvar a Alomar, y añade: "Mañana celebraré por el alma del desdichado, que desde su detención, ni aún ahora, me ha dirigido la menor palabra, ni por escrito ni por conducto de tercera persona". Sin embargo, en otra de las misivas citadas sí reconocía que Alomar se había dirigido a él antes de morir.

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