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El color de la gestión

Los gobiernos municipales suelen caracterizarse y definirse por su color. Es un colorido que no se caracteriza precisamente por su tonalidad cromática, sino por el signo político o las alianzas establecidas.

Ahora en Mallorca ya se podrá hablar con mayor propiedad y personalidad de color y política. Guillem Balboa Buika tomará posesión como alcalde de Alaró. Es negro de familia guineana y cabeza de lista en el municipio en el que ya lleva dos años con responsabilidades de gobierno. Pero ahora, el mismo cuida de resaltar que será el primer alcalde de color de los Països Catalans.

El hecho solo puede inscribirse dentro de la normalidad social y democrática. Un ciudadano tiene pleno derecho a optar y ejercer la alcaldía de su municipio, independientemente del color de su tez. Habrá que admitir, sin embargo, que ver a Guillem Balboa con la vara de alcalde será, por inusual, un acontecimiento que concentrará miradas más allá de las decisiones políticas y los resultados electorales que lo han propiciado. En la Mallorca abierta al mundo y al turismo, con pluralidad cultural y mercado laboral diverso, cada vez será más frecuente que personas diversas adquieran responsabilidades institucionales. Incluso un "negro y nacionalista" como él.

Dicho esto, hay que volver al principio para resaltar que en una alcaldía importa más el color de la gestión que el tono de la piel del protagonista. Guillem Balboa será buen o mal alcalde en función del trabajo que realice en el cargo y de su capacidad por incentivar el dinamismo colectivo de los alaroners, establecer rutas de futuro y solventar los problemas puntuales. Se da por hecho que no se instalará en la superficialidad excepcional de un rostro oscuro y unos ojos brillantes.

Balboa deberá hacer frente al plus de no ser utilizado por oportunistas y desaprensivos de su figura y remar para que las instituciones aceleren su paso en cuanto a la integración multirracial.

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