El desarrollo tecnológico de Damià Bover y el equipo Utopus al completo -con los años se han sumado ingenieros, varios profesores de universidades alemanas y expertos en robótica, informática y electrónica- se encuentra ahora ante la expectativa de las pruebas en la NASA, cuyo éxito supondría contar con un sello de prestigio para seguir progresando, pero no abandona su motivación inicial enfocada al campo agrícola. De hecho, están en contacto con sociedades inversoras de EEUU y con empresas en Japón, Israel y Alemania. Una de las vías más interesantes de financiación que tiene ahora el proyecto es precisamente una línea de ayudas del ministerio de ciencia germano, que si fructifica supondrá la aportación para investigación de un millón de euros anuales durante cinco o diez años. Los estudios en prototipos, según Bover, demuestran que la tecnología es "robusta, fiable y versátil, y proporciona una fuerte tracción en suelos blandos y húmedos y con inclinaciones pronunciadas".