Que un Ayuntamiento se vea en la obligación de regular los espacios públicos en los que residentes y visitantes puedan transitar o permanecer descamisados, ya da idea por sí solo de la idiosincrasia personal y de las claves sociales de la población a la que sirve. También del cambio radical que han experimentado en los últimos años los hábitos de comportamiento y el sentido de la decencia y el decoro, porque la vestimenta es casi tan buen espejo de quien la porta como su mismo rostro.
Cuando comienzan a apretar, ya no los primeros calores, sino el buen tiempo, la semidesnudes va ganando espacio en las calles de cualquier lugar de Mallorca, miren, sino, lo que ocurre en estos días de mayo con verano adelantado. Calvià lleva tiempo, aunque con bastante desorientación, intentando recuperar el sentido de la decencia para su zona turística más emborrachada. En su día ya prohibió andar sin camisa por la calle. No se trata de cultivar la mojigatería. La preferencia debe decantarse hacia la estética y la decencia porque el buen gusto también tiene derecho a recrearse en Mallorca.
No queda claro si se ha llegado a multar a alguien en Calvià por deambular con el torso descubierto. Sí que constan sanciones por nudismo. Ahora el Ayuntamiento da un paso más y concreta las 32 calles y plazas del término municipal en las que se podrá andar semidesnudo.
El ámbito de las competencias municipales resulta muchas veces indeterminado y confuso, pero que un Ayuntamiento deba ocuparse, por necesidad, de vestir a visitantes y moradores resulta ya un gran descosido colectivo debido a la proliferación de quienes no han entendido que está tan fuera de lugar una corbata en la playa como el abandono de la camisa en una zona de bares y restaurantes. Saber desvestirse para la ocasión también puede resultar un acto de elegancia y buen gusto. Igual que ocurre al revés. La clave está en el lugar idóneo para cada ocasión.
