El claustro de Sant Domingo de Pollença volvió a vestirse de gala, con colores de vino, y van ya 14 ediciones de una feria que no sólo se ha consolidado sino que se ha convertido en referente de la promoción del vino local. Entre 3.700 y 3.800 personas se calcula que desfilaron este fin de semana por el recinto ferial para observar las propuestas de siempre y las novedades que ofrecían un total de 39 bodegas, una más que el año precedente. Pero además se estrenaron dos profesionales más de la propia localidad de Pollença.

No hubo, en esta ocasión, vinicultores de las otras islas. El libreto de cata estaba repleto: 200 vinos lo llenaban, y alguno más que los bodegueros se sacaron de la chistera para ofrecer a los amigos del vino, que siempre acuden.

Josep Bibiloni, presidente de la asociación Vi Primitiu, organizadora del evento, estaba ayer satisfecho del gran resultado de este año: "La cultura del vino va en aumento y es claramente palpable". Y así es, pero quizá este gran auge cabe achacarlo "al turista que cada vez ha ido pidiendo más vino mallorquín y del que el cliente local se ha ido contagiando", como destacaba Tofol Reus, de la bodega Pere Seda de Manacor.

En esta edición decimocuarta de la feria del vino ha funcionado muy bien el apoyo gastronómico que ciertos restaurantes han prestado haciendo maridajes con el exquisito Mè de Pollença.

Entre los bodegueros asiduos se vieron propuestas muy interesantes como el Blanc de Blancs de viña Teujana, que se agotó y el Torrent Falç, de la misma marca; un fino cupaje de cabernet, shiraz, merlot y mantonegro, criado diez meses en bota mixta de roble americano y francés. Otra de las propuestas muy aplaudidas fue el Pecat de las bodegas Cañellas i Batle, de Alcúdia; un elegante vino tinto. Son Bordils, de Inca, se llevó halagos con su cabernet de 2007, recientemente premiado con el Baco de oro.

Añadidos

La nota negativa quizá cabría ponerla a los añadidos paralelos que nada tienen que ver con el tema de la feria. Este año se pretendió una muestra artesanal pero los mismos artesanos recogieron defraudados. Y es que a la feria del vino se va a catar y comprar vino. La artesanía tiene suficiente empaque como para gozar de su cita particular, o bien en la feria tradicional de Pollença.