La profusión de adornos callejeros vistió Costitx con un aire de gran fiesta. Son años ya desde que se creo la feria en la que desde un principio el colorido de las flores se erigió como protagonista.

En la edición de este año se debe destacar la inmensa colaboración vecinal con la que cuenta el consistorio costitxer para llevar a cabo esta cita. Prácticamente todas las calles del pueblo se adornaron con propuestas, a cada cual más original.

Llegando al pueblo por la principal carretera de acceso, la que llega desde la de Sineu, a mano derecha ya se podía contemplar la originalidad de los vecinos de la calle de la Pau. Éstos adornaron su calle con tramas secas de arbol que habían sido pintadas de color blanco. Con retales de tela en tonos rosados y granates se recrearon rosas que se colocaron sobre las ramas.

En la misma plaza del Ayuntamiento, un original pavo real de acero presidía el amplio espacio. protagonista de miles de fotografías brillaba bajo los rayos del sol del mediodía, lejanas ya las nubes de la madrugada que dejaron alguna llovizna y que había asustado a organizadores y feriantes.

En la plaza de la iglesia se exponían ideas para decorar jardines, con césped artificial y casetas de madera, junto a propuestas para coches y banquetes de bodas.

En el lateral del templo parroquial se concentraban las casetas de madera de varios artesanos: bastones rústicos, miel, vinos, jabones, pates y mermeladas eran algunas de las propuestas que los visitantes podían adquirir.

La plaza del Jardí hacía honor a su nombre y acogía, como no, a las floristas. Rosales, orquídeas, cactus y una extensa variedad de plantas con flores se ofrecían a precios que invitaban al regalo, y así muchas damas se paseaban con las macetas que adquirían a estas vendedoras.

A continuación, en la calle Major, se instalaron una mezcla de feriantes y artesanos que ofrecían embutidos, churros, golosinas y una gran cantidad de puestos de bisutería y complementos. Rodeaban estos puestos a los conocidos aljubs, sobre cuyos brocales, recreaciones en miniatura de globos aerostáticos ´flotaban´, colgados de alambres.

La calle dels Germans de la Caritat prolongaba la exposición de floristas, además de algunos puestos de anticuarios en los que se veían piezas restauradas de gran valor estético y pecuniario.

Fue también el lugar elegido para la exposición de perros de caza: los cans eivissencs que tanta afición despiertan entre muchos vecinos de este pueblo del Pla de Mallorca.

La calle que conecta Caps de Bou con Iglesia albergaba unos olivos con una poda espectacular en forma de bonsái gigante.