La noche no cae precisamente radiante y nítida sobre el observatorio astronómico de Costitx. Está oscura. Los nubarrones de su gestión actual -o de la ausencia de gestión- y los enfrentamientos entre personas vinculadas al centro dibujan un negro panorama sobre el firmamento del futuro de las instalaciones. El observatorio se ha quedado sin dinero y sin material y es objeto de pelea. No le podía caer peor meteorito encima.
Es una lástima porque hubo una época en la que a base de afición, altruismo, vocación y profesionalidad, el observatorio de Costitx se ganó justa fama como referente de la observación, el estudio y la divulgación astronómica. Cuando la noche ha acabado volviéndose urbana y la contaminación lumínica impide alzar la vista y anula horizontes, no son pocos los que, de una forma u otra, han aprendido a mirar las estrellas a través del observatorio de Costitx, un pequeño oasis, ahora yermo, en el Pla de Mallorca, entre casetas de aperos, alquiler turístico y agricultura en declive en el todo incluido de la isla del monocultivo turístico.
Ya no quedan telescopios ni actividad en el observatorio. Los científicos no se entienden y cada propietario ha rescatado su material como ha podido entre la insolvencia económica y el concurso de acreedores. Es un eclipse prácticamente total que, sin embargo, no puede quedar estancado. Las instituciones y los implicados deberían ser capaces de graduar el enfoque para que el observatorio de Costitx pudiera recuperar la actividad estable y despejar el firmamento de unas instalaciones que un día tuvieron prestigio y estabilidad y son susceptibles de poder funcionar otra vez.
