Cuando el problema se canaliza y olvida a través de conductos subterráneos parece que no existe pero permanece latente en sus efectos y dificultades. Es lo que ocurre con la evacuación de toallitas húmedas y otros elementos de higiene personal que no resultan biodegradables. Calvià intenta concienciar a la población sobre la conveniencia de depositar estos productos en la papelera de residuos sólidos en vez de evacuarlos a través de las redes de saneamiento y depuración. Su empresa municipal de alcantarillado tuvo que realizar el año pasado casi dos mil actuaciones extraordinarias, con un coste de 346.476 euros, para desatascar conductos y reparar averías. En vez de acabar, el problema de atascos y falta de fluidez del saneamiento empieza cuando se echan toallitas y otros elementos al inodoro que, a pesar de ser etiquetados como biodegradables, no lo son. Es por tanto también una práctica comercial engañosa que invita al usuario a hacer una actuación incorrecta y a crear inconciencia sobre el deterioro de las redes de depuración domésticas y públicas. Al tiempo que los responsables municipales piden complicidad al ciudadano deberán procurar también que los fabricantes no vendan como inofensivos unos productos que acaban convirtiéndose en conglomerados de fibras resistentes que estropean máquinas y causas atascos.
