Miles de personas de los distintos pueblos de la Part Forana participaron o acudieron para presenciar las diferentes procesiones del Jueves Santo, la noche en que el cristianismo recuerda la Última Cena, la unión con el cuerpo de Cristo, la comunión, el perdón y la solidaridad entre hermanos. Fue una noche de un día caluroso, que estuvo marcada en todo momento por la solemnidad, el silencio y la devoción, y en que los penitentes de las distintas cofradías de los pueblos de Mallorca portaron sus pasos históricos.

Según explican las Sagradas Escrituras, el día del Jueves Santo Jesús de Nazaret cenó con sus doce apóstoles para despedirse de ellos antes de su muerte, y compartir con ellos el pan y el vino. Durante la cena, Jesucristo les anunció que uno de ellos le traicionaría y predice la negación de Pedro. Después Jesús toma el pan y lo reparte entre sus discípulos, luego coge el cáliz con el vino. Es en definitiva la institución de la Eucaristía.

Es por tanto una de las dos procesiones solemnes que preceden a la resurrección y que marcan el culmen en las celebraciones de Semana Santa, y así fue. Penitentes, pasos obrados y decorados, bandas o centuriones celebraron la última noche de Jesús.

En Manacor, por ejemplo, este Jueves Santo vino marcado por la denominada Processó de la Sang, que vino precedida de la misa de la Santa Cena, tanto en la parroquia de Els Dolors, como en la de la Mare de Déu del Carme, en Porto Cristo.

Al igual que en Porreres, a la que le siguió el lavatorio de pies a los miembros de la cofradía de los Apóstoles. A las 21 h las seis cofradías locales, con más de 500 penitentes, los Apóstoles y la Filharmònica Porrerenca comenzaron la procesión del acompañamiento a Jesús por el camino del Calvario des de la parroquia y por las calles de la población hasta llegar a Sant Felip para luego regresar pasando frente a la residencia parroquial. Una vez finalizada la procesión hubo un momento especial de oración ante la Casa Santa.