La naranja está de moda en Sóller, un municipio que quiere renovar sus plantaciones con el doble objetivo de dar futuro al cultivo de cítricos y asegurar unos ingresos óptimos para los pocos payeses que se dedican a su explotación. El trabajo de hoy comenzará a dar sus frutos en una década. La cooperativa agrícola Sant Bartomeu comenzó ayer el reparto de 1.800 árboles frutales entre los socios que han apostado por la renovación de los cítricos. Un cargamento procedente de unos viveros de la Comunidad Valenciana servirá para llevar a cabo la primera fase de un ambicioso proyecto que se irá materializando en los próximos años. Su finalidad es la de rejuvenecer el cultivo de la naranja y sustituir los frutales más viejos que arrastran una antigüedad que, en el peor de los casos, puede superar los 40 años. Estos cítricos ya han dado todo su jugo. Josep Mora es el técnico de la cooperativa que supervisa el proyecto y asesora a los payeses sobre cómo cultivar los nuevos árboles y los tratos que deben recibir para asegurarles una salud óptima. Explicó que los cítricos que llegaron de Valencia "empezarán a dar frutos a partir de los cinco años", aunque la plena producción "no será hasta dentro de ocho o diez años, cuando el árbol ya esté completamente formado".

Los socios de la cooperativa se han decantado por la siembra de ejemplares de la varidad Valencia Late, un fruto que aparte de dar buen jugo y buenas cosechas, es de piel gruesa y tiene una buena presencia de cara a su comercialización. En los años 2018 y 2019, "ya plantaremos naranja de la variedad canoneta", explicó Mora, que recordó que recientemente la cooperativa llegó a un acuerdo con el Instituto Valenciano de Investigación Agraria.