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Cuando la carretera quiere adelantar al agua

Cuando la carretera quiere adelantar al agua

Entre otras muchas cosas, el invierno más lluvioso desde que existen registros, ha enfangado y dejado en evidencia el modo de hacer determinadas infraestructuras públicas de Mallorca.

Queda acreditado que, en el caso de las carreteras, se ha buscado lo inmediato sin reparar en las consecuencias. Se trataba de llegar al final de obra cuando antes y sin miramientos para adelantar -o pisotear- a la naturaleza por donde hiciera falta. El objetivo era, cuando menos, correr más que el agua de los torrentes y acequias. Este invierno ha llegado la venganza. La lluvia se ha hartado de reivindicar espacios de recorrido y derecho propio del agua.

A las autoridades no les queda más remedio ahora que ingeniárselas para achicar un tanto el barrizal de la improvisación en el que acostumbran a introducirse. El estudio de la cuenca hidrográfica de Inca y las repercusiones que puede tener sobre la autopista Palma-sa Pobla, llega con el control cerrado, cuando las inundaciones invaden su recorrido por efecto del estrangulamiento de torrentes que ha supuesto su construcción. Los pozos de infiltración son insuficientes y nadie ha supervisado ni controlado los cerramientos de las fincas colindantes. No ha habido un terremoto en las inmediaciones de Inca. Ni siquiera un leve movimiento de tierras. Solo invasión de asfalto sin reparar en las condiciones del lugar. Poca responsabilidad.

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