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Industria

La hora clave de las canteras

El sector minero mallorquín afronta una nueva etapa con ciertos temores - A pesar de su ´mala prensa´ por los impactos y las molestias que ocasiona, es un negocio imprescindible para la construcción

Toni Martorell Adrover, presidente de la Associació de Pedreres de Mallorca, posa en su cantera, en proceso de restauración desde los años 90, del Puig dels Molins de Felanitx. T. Obrador

Las canteras de Mallorca y la Administración se ponen al día, lo que se traducirá en un control al milímetro de esta actividad. En estos momentos se desarrolla un estricto proceso de regularización. Se inició en octubre de 2015 y el Govern tiene la obligación de contestar (resolver para dar o no su visto bueno y las consecuentes autorizaciones) en abril de este 2017 a todas las canteras que hayan presentado la pertinente documentación.

El felanitxer Toni Martorell, presidente de la Associació de Pedreres de Mallorca (originalmente Asociación Sindical de Empresarios Canteros de Mallorca), explica junto a su hijo Jaume que "el control siempre ha existido, siempre hemos estado sometidos a las normativas y leyes, de hecho cada cantera tiene que realizar revisiones, análisis, inspecciones, adaptaciones, etc. Ahora, con la regularización de quienes ya estaban en marcha, existirá un control mucho más exhaustivo, con la superficie exacta de cada actividad, las condiciones existentes, etc."

A comienzos de noviembre de 2016, todas las canteras registradas en la isla habían presentado la documentación para regularizarse. El 70% de ellas de forma voluntaria y el 30% restante, tras un requerimiento de la conselleria de Trabajo, Comercio e Industria. Según ha podido saber Diario de Mallorca, sólo un par han recibido contestación por parte del Ejecutivo autonómico de que todo está en regla. A finales de noviembre, ocho actividades se declararon caducadas (canteras que simplemente ya no funcionaban). Apenas dos están exclusivamente en fase de restauración (finalizaron la extracción) y 18 compaginan extracción (sea de grava, yeso, piedra, marés, arcilla o cemento) con restauración. El resto, mayoritariamente contempla un plan de restauración una vez concluida la actividad extractiva y tendrán que adaptar dicho plan a la nueva normativa, que obliga a la ejecución simultánea de la extracción y la rehabilitación.

Baile de cifras

Si el Govern mantiene que en Mallorca hay, actualmente, un centenar de canteras activas (126 en las Illes Balears), la asociación presidida por Martorell tiene conocimiento de alrededor de 60 que realmente tienen venta al público, concretamente "18 de grava; 17 de marés; dos de yeso; dos de cemento; cinco de arcilla y doce de piedra ornamental".

En las últimas décadas han proliferado las antiguas canteras que han optado por reinventarse de cara al autoconsumo, especialmente enfocadas a la piedra ornamental y, algunas, a la arcilla. Éstas venden por su cuenta un producto ya elaborado (no la materia prima en sí).

Martorell indica que el proceso de regularización está costando a cada cantera "una media de entre 25.000 y 35.000 euros, en concepto de papeleo y adaptación de la maquinaria". Además, un considerable número de profesionales manifiesta su preocupación por los caros avales de los planes de restauración. Aplicando la nueva normativa se pasa de 7.000 euros por hectárea a hasta 70.000, un incremento del 1.000%.

Asimismo, la Associació de Pedreres de Mallorca teme que el Govern no pueda cumplir el plazo de contestación a las canteras y el proceso (con múltiples partes implicadas) se dilate en exceso. Paralelamente, al Consell se le pide que revise las Zones d'Interès Miner (ZIM), mapa que establece dónde están los recursos, al considerar que la identificación de sitios como el campo de fútbol de es Torrentó de Felanitx y áreas turísticas como la urbanización de Cala Murada debería corregirse con celeridad.

Martorell cree que, a medio plazo, habrá como máximo entre 60 y 70 canteras activas (el periodo máximo de operatividad está fijado en 100 años). La falta de relevo generacional y los excesivos gastos de regularización y otros costes añadidos son los factores principales de esta progresiva caída de la actividad. Eso sí, destaca que muchas canteras pueden tener una segunda vida útil, con una restauración responsable, favoreciendo a la economía, el medio ambiente, el turismo, la cultura, etc. "Sin duda, tienen un gran potencial", subraya.

Las opciones de planes de restauraciónque se les ofrecen son las siguientes: relleno, abancalamiento o reaprovechamiento para otras actividades. En torno a esta última posibilidad, sobresale el caso del Clot de sa Grava de Capdepera, vieja cantera aprovechada desde hace años precisamente como zona de ocio.

Viabilidad futura

Los Martorell, padre e hijo (autores del libro Cronologia de la utilitat de les pedreres de Mallorca) ponen sobre la mesa un amplio abanico de posibilidades que hoy en día tienen tanto en España como en todo el mundo antiguas canteras: jardín botánico, espacio de conciertos, parques de ocio, centros de recuperación de fauna y flora, zonas verdes, rutas ambientales y patrimoniales, viveros, instalaciones deportivas, complejos turísticos, museos, laberintos, platós de cine, de series de televisión o de anuncios publicitarios, lugares de estudio de herramientas romanas, y hasta cementerios.

Padre e hijo lamentan la "mala prensa" que afecta desde tiempos pretéritos el sector de las canteras, por su impacto medioambiental y visual o las molestias a los vecinos. No obstante, remarcan que, pese a ser un negocio mal visto, "es necesario para carreteras, hospitales, escuelas, universidades, puertos, aeropuertos, casas, fincas de pisos e incluso existe relación directa con la pasta de dientes y las cáscaras de huevo". No en vano, "es el segundo producto más consumido en los países industrializados del planeta Tierra, sólo por detrás del agua".

Un estudio de la propia Associació de Pedreres de Mallorca, ante un hipotético cierre de las canteras, revela que cada habitante consume una media de unos 15 kilos de material al día (once en los años de grave recesión y hasta 30 en los años del boom inmobiliario). "Con un total de población de 1.100.000 habitantes, se suman 12.100.000 kilos de material diario, o lo que es lo mismo, unos 4,5 millones de toneladas anuales", detalla. "Suponiendo que importásemos todo este material desde la península, tendríamos un total de 484 camiones diarios, lo que reducido a los días laborables son 679. Este trajín en el muelle de Palma o bien de Alcúdia descargando material, provocaría la saturación de cualquiera, o ambos, puertos, estorbando de forma desastrosa el transporte marítimo de la isla", prosigue. "Además, deberíamos que tener en cuenta la congestión de las carreteras con el aumento de vehículos pesados, y las emisiones de gases de todos estos vehículos", avisa.

La LOMIB

En 2014, el Govern Bauzá aprobó la ley de ordenación minera, también conocida como LOMIB, cuya tramitación había iniciado el Pacte de Progrés, a fin de dar respuesta a la necesidad de regulación integral, moderna y eficaz del sector y crear seguridad jurídica para garantizar la restauración de las explotaciones. En Mallorca se contabilizan unas mil canteras inactivas catalogadas.

Los empresarios resaltan el apoyo que recibió esta ley y el deseo generalizado de que todas las tramitaciones fueran objeto del máximo consenso posible: técnicos, políticos, empresarios, asociaciones, colegios, etc.

La norma ha creado un registro minero público que gracias al estricto proceso regularizador actual va a ser mucho más riguroso y completo. A su vez, comentar la función del Consell de la Mineria, órgano consultivo integrado por ayuntamientos, organizaciones sindicales y empresariales, colegios profesionales, entidades ecologistas, consells y Govern. En 2015, las canteras activas fueron inspeccionadas.

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