La muerte este martes a sus 99 años de Sor Encarnació ha avivado los recuerdos de docenas y docenas de margalidans que durante décadas pasaron parte de su infancia en ca ses Monges. Durante más de 80 años esta Agustina Hermana del Amparo se encargó de la guardería que albergaba el convento, en la planta baja de la calle Mayor, cuidando de los más pequeños. Algunos de sus alumnos tienen hoy más de 60 años; con ella aprendieron las primeras letras, a dibujar -le gustaba mucho-, a cantar -era forofa de los coros- o "labores", como rememoran muchas mujeres sus vivencias con esta religiosa. También colaboró activamente en los preparativos de la procesión de la Beata.

Su nombre era Antònia Palmer Morey, pero nadie en Santa Margalida la llamó jamás así. Fue siempre sor Encarnació, sin más. Pocos eran los que sabían dónde nació realmente, pues llegó siendo una adolescente a Santa Margalida y siempre se la consideró del pueblo.

Junto a sor Isabel, que aún vive, han sido las dos monjas más queridas de la historia reciente de lalocalidad, si bien la primera "era más tremenda", destacaba ayer con cariño una exalumna. Sor Encarnació desmontaba todos los tópicos sobre monjas severas y de trato duro: ella siempre se caracterizó por mimar a los niños, era una mujer tierna y risueña, una mujer "con mucha dulzura". Estaba muy triste desde que el año pasado tuvo que dejar el convento de Santa Margalida -"ésta es mi casa", lamentaba al despedirse- para trasladarse a la Concepció en Palma, por su avanzada edad. Allí se celebra hoy el funeral, y el martes 31 una misa en la iglesia de Santa Margalida, a las 19,30 horas.

"Una persona muy importante para la mayoría de vileros", es uno de los comentarios sobre la fallecida vertidos en Facebook que mejor resaltan su faceta de cuidadora de generaciones de margalidans. "Un ángel", resumía ayer uno de ellos quién fue para él Sor Encarnació.