Mucho tiene que llover o nevar para que los 'pollencins' suspendan una tradición tan esperada como la del Pi de Sant Antoni. Fiel a su cita anual, la Plaça Vella de Pollença volvió a convertirse en el epicentro de la fiesta más importante del invierno mallorquín y vivió con júbilo el momento en que el joven Sergi Gómez consiguió coronar por cuarta vez, prácticamente al primer intento, el árbol de 21 metros, cuyo tronco apenas estaba enjabonado este año. La fiesta 'pollencina' es así. No valen las lamentaciones y solo sube el más fuerte, normalmente apoyado por un grupo de colaboradores que contienen al resto de aspirantes.

El momento de la escalada es el éxtasis de la fiesta, pero esta empieza muchas horas antes, cuando cientos de 'pollencins' se concentran en la finca de Ternelles para transportar el pino talado días antes hasta el centro de la localidad. Allí almuerzan a base de 'arangades', vino y 'mesclat', un maridaje que ayer ayudó de forma especial a quitarse el frío de encima. Y es que mientras en media Mallorca se suspendían actos y 'beneïdes' por el mal tiempo, en Pollença no había ninguna duda: el Pi de Sant Antoni seguía adelante.

El descenso del gigante de 21 metros fue ayer menos traumáutico que en anteriores ediciones, como la del año pasado, cuando se rompieron las ruedas del carro que se utiliza para transportar el pino. Ayer no sucedió lo mismo porque el rústico vehículo de madera estrenaba ruedas metálicas que, sin embargo, no evitaron que las maniobras para entrar el árbol en la Plaça Vella fuesen tan dificultosas como siempre.

Llegada del árbol

Pasadas las 19,30 horas, el Pi de Sant Antoni hacía su entrada triunfal en la Plaça Vella, que ya estaba aborrotada de público. Como siempre, fue plantado y reforzado con cuñas de madera en el centro de la plaza y levantado a base de un complejo sistema de poleas desde uno de los laterales de la parroquia.

Después de no pocos esfuerzos para levantar el pino, empezaba la ceremonia más esperada por todos: la lucha entre los aspirantes para ser los primeros en subir. Los primeros intentos siempre son infructuosos debido al jabón con el que se unta el tronco pelado del pino para dificultar la escalada. A medida que los jóvenes van intentando la heroicidad, el jabón va desapareciendo, multiplicando las posibilidades de que alguien no muy cansado pueda culminar la gesta. Esta circunstancia no se dio ayer ya que el árbol apenas había sido enjabonado. Pueden pasar horas antes de que alguien consiga el reto, recogiendo el gallo vivo que espera en una cesta en lo alto del árbol y tirando el 'paperí' sobre los espectadores como símbolo de victoria.

Por otra parte, por la mañana se llevó a cabo la escalada del Pi del Moll de Pollença, que a diferencia del de Pollença, se tala en la finca de Formentor. El mal tiempo sí alteró en este caso el protocolo habitual de la fiesta 'antoniana' del Moll, ya que ayer el árbol tuvo que transportarse en camión desde Formentor y no por vía marítima como es habitual. Finalmente, el joven Patricio Medina Chica fue el héroe de la jornada al escalar el pino poco después de las 14 horas.