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Cabalgatas de Reyes

Cuando los niños todavía dejaban habas para los caballos

Hoy la celebración de los regalos parece estar por encima de la víspera como tradición y la ilusión de la noche en vilo

Los Reyes recorrieron de nuevo el pueblo ayer.

"He de ir a misa y pediré al Niño Jesús que los Reyes vuelvan a casa y te lo cambien", decía la madre a su hijo a quien los Reyes habían depositado en la ventana un regalo que él no había pedido. Tras reponer en el zapato la correspondiente ración de habas para los caballos reales, la decepción del pequeño -hoy ya abuelo- se tornó más tarde en inmensa felicidad.

Esta es solo una de las anécdotas que se daban en la mañana de este mágico día cuando los niños esperaban con enorme ilusión que amaneciera la mejor jornada del año. Sucedió en la década de los cincuenta en un pueblo del Pla.

Entonces la propia celebración de la fiesta ya bullía la noche anterior, cuando los padres decían a sus hijos: "Dormíos pronto y no abráis los ojos aunque oigáis el ruido de los caballos". Era los tiempos en que las cabalgatas no estaban de moda y sí los Reyes paternos que en la misma velada, a tientas y sin luz, entraban en la habitación de los pequeños para cambiar las habas depositadas en el zapato para los caballos -y mistela para los pajes en algunos pueblos del Raiguer- por el soñado juguete. La ilusión de hoy resulta diferente.

La Noche de Reyes se ha convertido, mayoritariamente, en celebración de la fiesta. Antaño, el mismo día era de los niños por excelencia. Desde primeras horas de la mañana se levantaban y dominados por los nervios y la ilusión por descubrir lo que les habían traído los Magos de Oriente, despertaban a todo el mundo. Si la mañana era soleada, se veían las plazas y calles llenas de niños con juguetes nuevos: alguna bicicleta, pelotas, cochecitos y juegos de toda clase. Eso sí, con uno o dos regalos, solamente. Hoy la fecha se ha adelantado, las fiestas de consumo se han impuesto y costumbres de fuera, como la de Papa Noel o el Black Friday, han contaminado nuestras tradiciones.

La fiesta conmemora la llegada de los Reyes al establo donde nació Jesús llevándole oro, incienso y mirra. De ahí, los regalos de este día. Desde la Edad Media, y principalmente en Francia, se empezó a celebrar la adoración de los Magos, que después se cristianizó.

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