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'Les petjades dels oblidats'

Represión fascista, la odisea de los judíos alemanes de Esporles

El libro 'Les petjades dels oblidats', que recopila las biografías de 157 'esporlerins' represaliados por el franquismo, desentraña el misterio sobre Leo, Hans y Lissy

Leo Israel Frischer, en el campo de concentración de Miranda del Ebro.

Tres judíos alemanes -Leo y el matrimonio formado por Hans y Lissy- llegan al número 11 de la calle de Sant Pere de Esporles huyendo del nazismo. Uno de ellos, Leo Israel Frischer, monta una tienda de fotografía. Hace fotos de bodas y retratos a vecinos. Entre ellos, al entonces alcalde, Jaume Matas 'Currot'. Pese a que apenas hablan castellano, se hacen entender. "Leba, leba" [que se escribe 'leber' en alemán], le dicen a los dueños de la carnicería Ca na Rossa señalando una pieza de hígado, como recuerda aún a día de hoy Francisca Torres Mir, que era una niña en aquella época. El 15 de junio de 1940, la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Balears inicia el trámite para que se presenten en sus dependencias, porque tienen una orden de expulsión de España. Lo último que se sabe de ellos después es que se esfuman del pueblo. La familia de Francisca Torres se extraña: ¿qué habrá pasado con los alemanes que venían a veces a casa a calentarse a la mesa camilla?.

Esta parte de la historia ya era conocida, porque la habían investigado miembros de la Associació de Memòria Històrica d'Esporles y la había publicado este diario en 2014. Sin embargo, no se sabía qué había pasado después con Leo, Hans y Lissy. ¿Huyeron? ¿Fueron atrapados? ¿Acabaron en un campo de concentración?.

La suya era una historia incompleta, como la de decenas de vecinos de Esporles que también sufrieron la represión fascista tras el estallido de la Guerra Civil. Una historia desconocida para la sociedad hasta que tres vecinos de Esporles -Arnau Alemany, Bartomeu Garau y Guillem Mir- se lanzaron a la aventura de escribir el libro Les petjades dels oblidats. La repressió a Esporles, que reúne las biografías de 157 represaliados por el franquismo en el municipio.

Con paciencia detectivesca, bucearon en el pasado y trazaron con precisión de notario las vidas de estas personas basándose en la documentación del archivo municipal, el Arxiu del Regne de Mallorca, sentencias, causas judiciales y, pese a las reticencias que aún despierta el hablar de según qué tema, testimonios orales.

La obra recopila las historias de vecinos de Esporles que sufrieron cárcel, consejos de guerra, expedientes de confiscación de bienes, deportaciones, destierros o una presión psicológica tal que se vieron abocados al suicidio, como Salvador Moreno Acuña, un carabinero a quien el levantamiento fascista le sumió en tal desesperación que se quitó la vida. La lista de víctimas incluye a a ciudadanos ilustres de Esporles, como Tomàs Seguí Seguí 'Ramellí', quien fue alcalde y estuvo muy vinculado a la tradición izquierdista y sindical de esta localidad. A él, que en las manifestaciones del Primero de Mayo velaba por que no hubiese pancartas ofensivas y todo discurriese en orden, Joan Riutort Sampol -falangista- le acusó de llevar una pistola el día del golpe de Estado, el 18 de julio de 1936. Seguí huyó. Estuvo siete meses escondido en las montañas, y después se refugió en casa de un amigo, en Can Caragol. Lo descubrieron y fue asesinado. Su destino, la fosa del cementerio de Porreres.

Les petjades dels oblidats evidencia que la represión del contrario obedecía en ocasiones a un surrealismo trágico. Cuenta el libro la historia de Andreu Nicolau Matas. Un día de octubre de 1936, mientras estaba preso en el Castell de Bellver, empezó a llover. Llovió tan fuerte, que las banderas monárquicas empezaron a desteñirse, dejando entrever la enseña republicana sobre la cual se habían repintado. Algunos presos bromearon con eso. Y los guardias declararon que Andreu había sido uno de ellos. Fue sentenciado y, a las 6.30 horas del 20 de octubre de 1936, murió fusilado.

Mejor suerte tuvieron al final Leo, Hans y Lissy. Ahora, tras esta investigación histórica de Arnau Alemany, Bartomeu Garau y Guillem Mir, se sabe que sobrevivieron tras múltiples peripecias.

Después de su precipitada salida de Esporles, Leo buscó refugio en Francia. Sin éxito. En septiembre de 1940, lo confinaron en un campo de concentración en Miranda del Ebro bajo el mando de las temibles SS alemanas. De esa época, data una foto suya. Mira a la cámara. Lleva gafas y unas espardenyes de esparto, el calzado de los humildes. Allí estaría hasta 1943, cuando fue liberado. Acabó en una pequeña localidad de Gales, donde rehizo su vida y montó otra tienda de fotografía. Murió en 1972 a los 70 años.

Destino: Nueva York

Hans Israel Mayer Classen, un jurista que antes de llegar a Esporles había pasado por el campo de concentración de Buchenwald, y Lissy Classen siguieron otra escapatoria. Después de salir de Mallorca, lo que se sabe de ellos es que se embarcaron en Portugal con destino a Nueva York, donde llegaron a obtener la nacionalidad norteamericana. Pero en 1950 decidieron volver a Mallorca. Eran otros tiempos. El nazismo había sido finiquitado.

Como puede leerse en la obra Les petjades dels oblidats, el matrimonio compró una casa en Cala Llamp (Andratx), pero Hans no pudo acabar su reforma. Murió de un infarto en 1959 y su mujer se instaló después en la localidad inglesa de Surrey.

La historia de estos tres judíos alemanes no es el único nexo entre el nazismo y Esporles. Tras una etapa en las Juventudes Socialistas, un vecino de la localidad, Antonio Homar Font 'Pequele', seguramente coaccionado, acabó combatiendo en las filas de la División Azul, que era el batallón que envió Franco a combatir del lado de las tropas alemanes en el frente soviético, donde murió en 1941. Su familia recibió una notificación oficial alemana, con la firma de Hitler. Como cruel paradoja, dos años después de morir, Homar fue expedientado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas por su pasado izquierdista.

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