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Fotografía

Historias de una cámara local

Ante la lente de Jaume Bonet 'des Sindicat' ha pasado la transformación de ses Salines hacia la modernidad, del blanco y negro al color, del franquismo a la democracia

Frente al objetivo saliner de Jaume Bonet des Sindicat ha pasado medio siglo XX, desde el asfaltado local de las primeras calles, hasta el transporte de las cáscaras de almendra para los motores de gas, pasando por las actividades de la OJE o el pasto del ganado entre lo que hoy es casco urbano. "Es el momento de reconocerle todo el trabajo y todas las vivencias que ha fotografiado desde los años 60", explica su yerno Francesc Bonet, uno de los impulsores de la exposición que se inaugura este domingo a las 17,30 horas en la residencia de ses Salines.

Más de 2.000 fotografías y diapositivas componen un legado único por el que recorrer los primeros años del turismo, el de los concursos de belleza de las denominadas mises del sur, el de la feria ganadera o el de las tradiciones perdidas por el camino. Històries d'una història, que así se llama la exposición patrocinada por el propio ayuntamiento de ses Salines, se compone de cuatro colecciones diferenciadas. La primera hace referencia a las instantáneas en blanco y negro, sobre todo de 1965, como la que muestra el denominado 'gran cacao', la fiesta que se organizó para recaudar fondos para reformar la escalinata de la iglesia, dañada por aquellos años por los efectos de las raíces de los pinos cercanos.

"La segunda colección hace referencia a la gente en carro", explica Bonet. Fotografías tan fugaces como evocadoras del campo y del trabajo rural de los vecinos, algunos tan avanzados a su tiempo como los tres hermanos Moliners, la instantánea de dos de los cuales sirve como presentación a toda la exposición. "Lo foto es de poco antes de que murieran, en 1967". Fueron "y siguen siendo" muy conocidos en ses Salines, tanto por sus profesiones: uno fue vicario, el otro juez de paz y el siguiente el primer alcalde saliner, como por sus profesiones alternativas: tenían un molino de harina y la primera fábrica de electricidad con la que el pueblo pudo experimentar la modernidad dos horas cada noche. "Era muy curioso y peculiar ver al vicario con la sotana enharinada".

La tercera colección hace referencia al pequeño comercio local ya desaparecido y la cuarta a la gent a la fresca típica de los veranos mallorquines. La exposición se completa con un vídeo con el resto de fotos que no están en papel.

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