No se puede dejar de hablar de la antigua gastronomía poblera ya desaparecida sin rememorar unos platos con cierto tinte de exotismo y que al nombrarlos provocan quizá una expresión de repugnancia, como el erizo, la anguila, las ancas de rana o las ratas, que el mismo Camilo José Cela quiso comer y exigió levantar acta notarial de que las había comido "con fruición"... pero aquel día el mal tiempo hizo que las ratas no salieran de su madriguera y que, el ya entonces académico Cela, comiera cobayas sin que se enterara. Contrastando aquella tradicional cocina local con los platos que algunos restaurantes ofrecen actualmente en las distintas muestras gastronómicas que hemos nombrado al principio, se observa claramente una acentuada evolución culinaria, perfeccionando las viejas recetas, aplicando nuevos conceptos, fruto de la creatividad de los cocineros y restauradores, ofreciendo de manera genuina los mejores platos de la tradicional, y popular, cocina poblera. Así, tradición con imaginación conviven en las cartas de restaurantes, fondas y bares de sa Pobla.
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