La plaza de Antoni Fluxà fue el escenario elegido para iniciar este año un apartado que promete dentro del Dijous Bo. Se trata de la Fira de la Ensaïmada. Constituye el intento del Ayuntamiento de Inca, junto a unos valiosos colaboradores como son Tot espectacles y la Associació de Forners y Pastissers de les Illes Balears, de poner en valor el dulce más típico de Mallorca, que pasa posiblemente por sus horas más bajas.

Sólo hay nueve elaboradores de ensaïmada inscritos en el Consell Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) pero ayer, en la feria de Inca, había 16 expositores que ofrecían este producto como estelar. Virgilio Moreno, alcalde de Inca, destacó que "es una muestra de que el sector está interesado en trabajar el producto pero quizá necesita una ayuda importante. Pensamos que promocionarlo es un deber como administración; por ello, el Ayuntamiento de Inca se ha puesto al frente de institucionalizar esta feria dentro del Dijous Bo". El responsable municipal sostiene que "es un beneficio mutuo pues aporta un gran atractivo a nuestra feria y nosotros prestamos nuestro marco para que la gente conozca como se está trabajando y que posibilidades tiene".

Propuesta salada

Efectivamente, ayer se vieron propuestas muy interesantes. Una de ellas, sin duda alguna, fue la de Miquel Segura, del horno de can Miquel, ubicado en la calle General Riera de Palma. Este profesional presentó en la feria una innovación. Fusionó la coca de pebres torrats con la ensaïmada pero además también ofreció la variedad de ensaïmada con cebolla caramelizada y miel. Aunque la más demandada fue la rellena de bacalao. Mestre Miquel explica que "la ensaïmada es una base dulce pero que admite muy bien el complemento salado y puede constituir un pastel agridulce digno de ser considerado como un plato principal en una comida".

Este profesional ofrecía además torrijas elaboradas a base de ensaïmada.

Otra gran propuesta que se pudo degustar en la feria tiene que ver, no sólo ya con la composición del producto sino con su forma. Es la que presentaba la empresa Coca, una industria, ubicada en el Polígono de can Valero, que sólo sirve a hoteles y cafeterías. Presentó ensaïmades con forma de sobrassada y de longaniza. Evidentemente estaban rellenas de este otro producto tan mallorquín. Carlos Zambrana, responsable de producción de Coca, explica que "ha sido una idea que ha recibido una gran aceptación. Es un invento nuestro de hace un año pero que en esta feria ha resultado una gran novedad".

Pep Trias, del Secar de la Real es otro de los pasteleros presentes ayer en la feria. Su propuesta consistió en reducir el tamaño de las ensaïmades, tanto las tradicionales como otras nuevas hasta hacerlas un bocado sencillo. "Nos permite, por una parte ofrecer un producto asequible, y a la vez atractivo para vender en una feria pues la gente puede comprarlo e ir comiendo por la calle". Trias las ofrecía en varias versiones: con crema, cabello de ángel, manzana, chocolate y la tan típica de tallades.

Pero si hay que destacar algo de la Fira de la Ensaïmada es sin duda el estand que presentó la asociación de horneros. Allí se elaboraron dos enormes ensaïmades de dos metros de diámetro que se repartieron entre el público. La maestría de Lluís Brunet, del antiguo horno de la Missió, no sólo permitió la degustación sino que ofreció al público la posibilidad de observar en directo el trabajo en un obrador. Hasta el alcalde se puso el delantal y, rodillo en mano, se afanó en amasar una de ellas.