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Reportaje

Vivir con miedo en Manacor

Tras el desembarco republicano de Sa Coma, en agosto de 1936, la familia 'Maniu' sufrió un calvario por sus ideas. Antoni Sureda relata en su último libro su historia

Los 'Maniu', una saga familiar cuyo sufrimiento durante los años de guerra Antoni Sureda ha rescatado. estelrich frontera

Al día siguiente del desembarco republicano del capitán Bayo en la playa de Sa Coma y para contrarrestar el alzamiento Nacional (del que ahora se han cumplido 80 años) empezó con especial violencia 'la caza del rojo', la eliminación de toda persona sospechosa de poder sumarse a los desembarcados. "Se asesinaba tan sólo por las ideas. Ser republicano, de ideas de izquierdas, o simplemente afiliado a un sindicato, se consideraba delito suficiente para merecer la pena de muerte", explica al inicio de su nuevo libro Viure amb por. Una història de 1936 a Mallorca, el actual inspector jefe de la Policía Local de Manacor, Antoni Sureda, cuya familia vivió de cerca la represión.

El 17 de agosto comenzaron las ejecuciones masivas en el cementerio manacorí. "Aquella represión fue feroz durante los años 1936 y 1937 y muy especialmente, desde agosto a diciembre del 36. La gente quería salvar la piel ante la impunidad total de la que gozaban los elementos de la Falange y las milicias armadas". "Había algunas personas que tenían bula, es decir, una impunidad total para decidir sobre la vida de los demás".

La familia Maniu, residentes en el barrio des Barracar de Manacor, fue sometida a esa represión que les marcó para toda la vida. Guillem Galmés Rosselló, Maniu, estaba casado con Esperança Parera Febrer. Él trabajaba en el campo y tuvieron cuatro hijos: Joan, Miquel, Bàrbara y Catalina. Esperança murió joven, a los 44 años, y Guillem se tuvo que hacer cargo de los cuatro hijos.

La saga

Era de ideas republicanas y no se escondía. Pero no corrían buenos tiempos y aquel anhelo deseado se desvaneció demasiado pronto. De los dos hijos varones, Joan estaba soltero, y Miquel, que nació en 1890, estaba casado con Margalida Sitges Riera, Cupeta. Los dos decidieron un buen día hacer las américas.

Instalados en Argentina, el hijo mayor, Joan, se casó con una joven del país y quedó a vivir allí hasta su muerte. "En cambio Miquel y Margalida después de unos años, tal vez por añoranza a su tierra o porque la situación no había ido tal y como habían pensado, decidieron volver a Manacor". Pero esta vez no vinieron solos, sino acompañados de siete hijos, seis niñas y un niño. Se instalaron en el paseo Antonio Maura y él se dedicó a hacer de corredor de fincas. Estaba colegiado y tuvo uno de los primeros teléfonos que hubo en Manacor. Tenía el número 16.

En parte gracias a su amistad con el alcalde de Manacor entonces, Antoni Amer Garanya, el 30 de diciembre de 1931 fue nombrado guarda jurado. El verano en que se produjo la rebelión militar de 1936, Miquel Maniu decidió solidarizarse con la República y ayudó a los carabineros que estaban dispuestos a resistir dentro de su cuartel, situado en el local de la calle Olesa, en el tramo comprendido entre la calle Padre Andrés Fernández y la calle del Centro (después Antoni Durán).

Miquel fue detenido y juzgado en un consejo de guerra el día 20 de mayo de 1937, en 'la causa de los carabineros'; "no había posible defensa y fue condenado por el simple hecho de ser fiel a la legalidad", explica Sureda. Entre los detenidos por esta causa había 46 carabineros y nueve civiles, que fueron considerados los responsables de aquella débil resistencia. Miquel Maniu pasó mucho tiempo en la cárcel, aunque gracias a haber sido detenido en un primer momento y luego juzgado, hizo que no cayera en manos de los verdugos locales; contrariamente a lo que pasó con sus amigos.

Pese a ello fue un auténtico drama familiar por su esposa, Margalida Cupeta. Con su marido en la cárcel y ella trabajando de emblanquinadora, se encontraba en graves dificultades para sacar adelante los siete hijos. La gente sufría hambre. Tres años después pudo saber que Miquel estaba enfermo en la cárcel, por lo que pidió poder visitarle, ya que hacía más de medio año que no lo veía... pero no recibió autorización. "Estas mujeres fueron auténticas heroínas a la sombra de todo aquel desastre", recuerda. La incertidumbre pesó sobre la familia durante todo el periodo de guerra.

Este es solo uno de los capítulos que Antoni Sureda repasa, que después se centran los otros hermanos y de las vicisitudes que el simple hecho del posicionamiento ideológico les hicieron pasar y que marcaron sus vidas de ahí en adelante.

"Su relato resulta imprescindible para poner cara y ojos, nombres, apellidos y apodos a la derrota de una de las familias que sufrieron la represión en carne viva", concluye el investigador y especialista en la Guerra Civil, Antoni Tugores. "Sureda rescata del olvido personas que nunca han sido reivindicadas por la historia. El autor recrea con detalle puntilloso episodios oscuros de una guerra cruel cada vez más distante, y lo hace desde la investigación seria y documentada", argumenta el prólogo del libro, cuya presentación está prevista para el próximo 17 de noviembre en Manacor.

"Todos los que murieron y no lo pudieron hacer como héroes", prosigue, "los que sufrieron prisión y otras formas de represión para defender la legalidad constitucional, aquellos que nunca fueron enterrados dignamente, ni despedidos por sus seres más queridos, sino sepultados bajo la cal y el silencio merecen ser reivindicados con un trabajo como éste".

Activar la memoria

Y es que desde un trabajo generacional, Antoni Sureda Vicens, a partir de la familia Maniu activa la memoria de una historia desconocida, "que permanecía sumergida en un mar de miedo, silencio y vergüenza y lo hace rescatando del olvido el papel poco reivindicado de las mujeres y los niños que sufrieron la guerra y que escribieron algunas páginas memorables y heroicas", en referencia, por ejemplo, a las hermanas de la familia Bàrbara y Catalina.

O también de madò Bàrbara Salom Adrover Culera (1903-2002), que a los pocos meses había perdido una hija recién nacida, decidió ofrecerse para amamantar, publicando en la revista Voz y Voto el siguiente anuncio: "Nodriza. Se ofrece, de 32 años. Informes Bárbara Salom Adrover. Calle Salas 28 Manacor". Era el mes de marzo de 1937, cuando Bàrbara Maniu, sin leche suficiente, ofreció a una de las gemelas, Bárbara Vicens Galmés, de trece meses de edad, para que fuera amamantada por na Culera, "que la admitió desde el primer día y la tuvo con ella hasta aproximadamente los ocho años, dándole el lugar de la hija que el destino le había robado. Toda la vida, e incluso los hijos de Bárbara Vicens, quisieron aquella mujer que le había dado de mamar cuando estaba desnutrida debido a las penurias que habían pasado sus padres. Siempre la llamaron Dida.

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