Este año se cumplen 125 años desde que la Congregació dels Missioners dels Sagrats Cors están al frente del santuario de Lluc. A lo largo de más de un siglo el obispado ha confiado a dicha congregación el funcionamiento y administración del lugar más emblemático de la iglesia de Mallorca, después de la catedral.

Fue en el año 1891 cuando el obispo de Mallorca Monseñor Jacinto María Cervera confió al padre Joaquim Rosselló i Ferrà, fundador de dicha congregación, la administración del Santuario, que en aquel entonces tenía mucho que desear, según cuentan las crónicas del momento por el estado de conservación del mismo así como la poca acogida que se daba a los peregrinos. Ello ocasionó algún que otro disgusto entre miembros del clero isleño, ya que no todos compartían la idea del obispado de importar una orden religiosa de fuera de la isla.

Desde aquel entonces la Congregación, conocida popularmente con el nombre de 'coritos', rige los destinos y el funcionamiento del Santuario diocesano más emblemático, siendo un espacio religioso y cultural de referencia de Mallorca. Durante más de un siglo dicha congregación ha marcado la historia del Santuario, dejando en los mallorquines unas referencias culturales y religiosas y aportando a muchos 'blavets' una formación que ha dado sus frutos en el mundo científico, religioso, musical, literario, empresarial o incluso político. Desde años atrás, la Congregación ha marcado la formación religiosa de muchos mallorquines, fomentando vocaciones que durante años han servido a la iglesia tanto aquí como en tierra de misiones.

Vínculo con Lluc

Para quienes han vivido a lo largo de este último siglo, siempre se ha asociado a los Missioners dels Sagrats Cors con Lluc. Incluso en tiempo de la predicación de misiones populares por las localidades de Mallorca, hace algo más de 50 años, 'els pares de Lluc' como eran conocidos popularmente, gozaban de un buen talento predicador que hizo que Lluc y sus responsables despertaran en la sociedad mallorquina unos valores religiosos hacia las imágenes de los sagrados corazones.

A lo largo de estos 125 años, Lluc ha tenido diversos prioratos que han seguido la labor del padre Joaquim Rosselló. Cada uno con su propio estilo, pero todos ellos con una misma finalidad: continuar con la labor de su fundador, a fin de continuar mejorando día a día las instalaciones del Santuario, sometiéndolo a reformas diversas y fomentando la labor pastoral y de acogida, abriendo las puertas de Lluc a jóvenes que durante algunos años pudieron disfrutar de zonas habilitadas para ellos como las acampadas o can Josep, pero que con el paso de los años se han visto mermados.

Otros han potenciado el museo, la basílica o el Camí dels Misteris por citar algunos ejemplos, sin olvidar ninguno de ellos lo más apreciado del santuario de Lluc: la escolanía de Blauets, de la que incluso muchos congregantes han formado parte.

La Congregación, al igual que el clero de la iglesia mallorquina, ha visto reducido sus miembros, lo que ha hecho que se hayan tenido que contratar a seglares cuando tiempos atrás eran los propios congregantes quienes realizaban tanto las tareas escolares en la formación de los 'blauets' como en labores del Santuario.

Valores humanos

Los misioneros de los Sagrados Corazones siempre han sido un referente desde el Santuario, ya que sus responsables han potenciado los valores humanos desde la recuperación de la democracia e incluso durante la dictadura. En el año 1921 se creó la revista Lluc, que sirvió para que muchos intelectuales de la isla publicaran sus artículos cuando apenas existían posibilidades para ello. Poetas como Miquel Gayà o escritores como Llorenç Riber, así como miembros de la propia Congregación, publicaron sus colaboraciones tanto en lengua castellana como catalana, siendo durante una época un referente en el campo lingüístico.

La Congregació dels Missioners dels Sagrats Cors, a lo largo de estos 125 años de presencia en el centro espiritual de la isla, ha fomentado una línea ideológica que ha servido para que muchos mallorquines aprendieran a amar las raíces de todo un pueblo.