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Las secuelas de la sequía

La sed de la Tramuntana

Pozos y fuentes que abastecían a la Serra están sin agua. Hay pueblos que subsisten a base de camiones, con un coste que se lleva buena parte del presupuesto municipal. Han empezado las restricciones y los alcaldes reclaman medidas estructurales para conectarse a la red de abastecimiento del resto de la isla

Las ´venas´ naturales por las que circulaba el agua hasta los pueblos están secas. En la imagen, una ´síquia´ bajo mínimos en la Serra. j. mora

Entre los diferentes tipos de vehículos que circulan por la Serra de Tramuntana, hay uno que ha experimentado un gran auge en los últimos meses. Y no son los coches de alquiler que pueden llegar a colapsar una mañana de agosto las localidades de postal de la Serra. Ni son las bicicletas que mueven pesadamente ciclistas esforzados, que al menos tienen el consuelo de disfrutar de unas vistas asombrosas. Ni las motos que zigzaguean por el asfalto en forma de serpiente. Tampoco son esos helicópteros que ahora hacen tours desde el aire.

La incógnita sobre cuál es ahora el vehículo de moda en la Serra se desvela echando un simple vistazo en cualquier punto kilométrico de la Ma-10 y esa respuesta la corrobora después la trabajadora de un bar de Estellencs. "Nunca había visto pasar tantos camiones de agua potable. ¡Pasan incluso a las doce de la noche!", se sorprende, desde detrás de la barra del establecimiento, mientras en la acera de enfrente estaciona uno de esos camiones que ya son parte de la geografía viaria.

A causa de la sequía, las venas naturales por las que el agua llegaba tradicionalmente a localidades de la Tramuntana (pozos y fuentes) están secas o tan bajo mínimos que no garantizan un mínimo de calidad. Así las cosas, no queda otro remedio que recurrir a esos depósitos rodantes. Es la única manera de garantizar el suministro en un verano en que a la ausencia de lluvias se le ha unido la saturación turística.

A Banyalbufar, pueden llegar en un día media docena de camiones. Cada uno de ellos, con 12 toneladas de agua. Lo explica el alcalde Mateu Ferrà (El Pi) desde la sede consistorial donde, paradójicamente, recibe al visitante un panel con folletos informativos donde se puede encontrar uno con consejos prácticos del Govern para actuar en caso de inundaciones. A les inundacions, segurs, se lee. No es, evidentemente, un escenario que nadie vea cercano.

Bajo mínimos

Ferrà señala cómo los puntos tradicionales de captación están bajo mínimos. "Por un lado, tenemos la Font de la Vila. Su caudal está a cero desde el pasado mes de marzo. Tenemos también el Pou de ses Mosqueres. Se extraía el agua con motor. Algo de agua hay, sí, pero a causa de la sequía presenta un grado de turbiedad demasiado elevado", relata.

La compra de agua se come una buena porción de los recursos municipales. En el caso de Banyalbufar, hasta el 10% del presupuesto (unos 100.000 euros). "Esto nos ha obligado a dejar de dedicar ese dinero a otras inversiones", explica Ferrà.

De momento, dice, no habrá restricciones, a diferencia de otro municipio de la Tramuntana como Deià. Las restricciones afectan temporalmente a los llogarets de s'Empeltada, Llucalcari y la Cala de Deià. O en Esporles, con cortes nocturnos, entre las diez de la noche y las siete de la mañana. De todas formas, concluye Ferrà volviendo al caso de Banyalbufar, "a largo plazo no es una situación sostenible".

"Intentaremos habilitar otro pozo. La verdad es que ahora es el momento de encontrar una veta potente de agua, porque si se encuentra con esta sequía es que la veta es muy buena", apunta el alcalde de Banyalbufar, quien destaca el esfuerzo realizado para que no haya habido cortes de suministro en plena temporada.

Toque de atención

Avanzando escasos kilómetros, el paperí de las fiestas patronales de Estellencs crea resquicios de sombra que alivian algo el calor pegajoso de agosto. En el centro del pueblo, que se despierta de la resaca de la noche anterior, aparecen colgados varios dibujos pintados por niños. En uno, se ven unas nubes grises descargando agua. Un deseo infantil compartido por todos.

En Estellencs, el aviso se disparó antes del verano. Un bando prohibía llenar piscinas y regar jardines, aunque algún vecino del pueblo ya se ha llevado un toque del Ayuntamiento por pasarse de la raya en el consumo, según comentan vecinos en corrillos de bar.

"De momento, no ha habido cortes en el suministro. Intentamos seguir los consejos típicos de cada verano. No gastar agua de más cuando nos lavamos los dientes. O cargar el lavaplatos al máximo", dice una vecina.

Como sucede en el municipio de vecino de Banyalbufar, es difícil encontrar una casa deshabitada. Nadie escapa al efecto 'Airbnb', el del alquiler vacacional, con la presión añadida que eso supone para los recursos hídricos. "Aquí al lado hay una casa con tres, cuatro habitaciones. Antes, vivía una pareja. Sacaban agua de la cisterna, llenaban dos cubos y así pasaban toda una semana. Ahora, viene una familia de cinco, seis personas. Si cada uno se ducha un par de veces al día, ¡calcula!", cuentan.

En Puigpunyent, no tienen la misma presión turística, pero sí el mismo problema estructural: la pérdida de recursos naturales para abastecer de agua a los vecinos (algo más de 2.000 empadronados). Viendo el verano que se avecinaba, el Ayuntamiento presidido por Biel Ferrà (Independents) se puso manos a la obra en invierno. Entraron en contacto con la conselleria de Medio Ambiente para iniciar la compra de agua desalada de Abaqua. Del transporte se encarga el Ayuntamiento y, así, una decena de camiones abastece diariamente al municipio. Biel Ferrà detalla que esta actuación, a la que se suman las campañas de concienciación y la aplicación de la ordenanza que grava los consumos altos de agua, ha permitido superar la peor época, que es el verano, sin restricciones. "Ya veremos en septiembre", afirma.

La solución vendrá del cielo -"Dicen que en septiembre habrá lluvias", suspira un vecino de la Serra-, pero también de la tierra. Y en eso coinciden los alcaldes, que reclaman medidas estructurales para evitar que en el futuro se reproduzcan estas carencias.

Lo subraya, por ejemplo, el alcalde de Banyalbufar, quien reclama que estas zonas de la Tramuntana estén conectadas a la red de agua. "La Serra colabora ya con agua desde Sóller a otros municipios. ¡Nos tenemos que conectar todos!", defiende.

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