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Inca, el eterno aspirante a recuperar el esplendor

Tiene buenas comunicaciones por carretera y ferrocarril, lo cual es una ventaja y a la vez es también un inconveniente

Inca es un municipio que desde hace siglos crecía y para el que la vigésima centuria ha supuesto un punto de inflexión negativo. Nombrada ciudad en 1900 por la regente doña Maria Cristina, ha sido un emergente núcleo que hizo una rápida transición de una sociedad agraria a una sociedad industrial. El nuevo modelo funcionó muy bien hasta la década de los años 80 del siglo XX. Las reformas económicas y las sucesivas crisis la sumieron en un constante estado de incertidumbre.

Inca lo tiene todo para conseguirlo todo pero no acaba de arrancar. Tiene unas excelentes comunicaciones por carretera con los dos principales puertos de Mallorca: Alcúdia y Palma. Dispone de conexión mediante tren con Palma y Manacor.

Tiene suelo industrial disponible y suelo en desarrollo y, aunque aumenta en población, no así en puestos de trabajo.

¿Qué le ocurre pues a Inca? Quizá Palma está demasiado cerca; quizá la competencia de la capital es muy grande y muy cercana. Cabe razonarlo en la pérdida de servicios, incluso culturales. La ciudad llegó a tener cinco salas de exhibición cinematográfica y en la actualidad no hay ni una. Ni siquiera el Teatre Principal, que pertenece al Govern, Consell y Ayuntamiento llega a ponerse en marcha porque las instituciones lo contemplan como un proyecto muy costoso, o lo han demostrado así hasta hace poco.

Sí es una ciudad con un gran número de tiendas, especialmente de confección. Sin embargo, estos últimos años ha padecido numerosos cierres.

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